viernes, 24 de mayo de 2013

Papá, 1947

Se llamaba Celso y le apellidaron Frete Fernández pero sigue presente de alguna u otra manera.
Papá nació en 1947. Nunca supo dónde y cuándo ubicar con exactitud su nacimiento pero sí sabía que no era Asunción sino la campaña como su lugar de nacimiento. Su cumpleaños festejaba dos veces en el año.
Primero durante cualquier día del mes de Enero, porque parece que en realidad nació en Enero de 1947, en alguna fecha perdida en el tiempo-espacio de esta dimensión. Y segundo, el 18 de Agosto, siete días después de mi cumpleaños, porque esa data así figuraba en su documento de identidad.
No sé qué significaba la misma pero la idea primigenia es que ese día le fue puesto por sus padres adoptivos. Tenía un montón de hermanos con él y su madre Valentina, de apellido desconocido, viviendo en el interior. Del padre sólo se tiene conocimiento de su envoltura dentro de versiones míticas y contradictorias.
Mi abuela paterna Valentina, siendo él chico, falleció. Entonces ahí entre todos los hermanos decidieron emprender marcha hacia Asunción todos juntos para después cada uno ir por su lado si así lo consideraran o no, en busca del Paraguayan Way of Life ja'enachupe. Poco o nada hay de memorial respecto al pasado familiar de mi progenitor. No sabemos en qué momento se dio el previamente mentado capítulo negro en su vida y en la de sus hermanos y hermanas. No habrá sido macana apechugarlo.
Tampoco nadie sabe cuáles fueron sus apellidos verdaderos tanto de padre como de madre y el de sus fraternos. Actualmente, le sobrevive uno sólo en Clorinda, donde reside con su familia de manera honrada, honesta y humilde, hace rato no viene a visitarnos y viceversa. Es el gemelo de mi padre, según dicen, físicamente hablando. Conductualmente vaya y pase, entre parientes nos perdonamos todo, digamos. Vive de su negocio dedicado a la venta de flores y plantas en la entrada de dicha ciudad argentina fronteriza con Paraguay.
Todos sus demás hermanos y hermanas han muerto, quedan sus descendientes, quienes, como reza la canción de Alejandro Sanz, no es lo mismo. Ya no. No son lo mismo. Mi padre sufrió pero supo sobrellevar la ausencia paterna y el deceso materno, por tanto, disfrutar al máximo de su vida por completo fue la clave del éxito en su existencia, así también por supuesto lo es en mucha gente, pese a todos los efectos colaterales de las adversidades. Y una de sus enseñanzas que me dejó fue esa justamente, lo peor que le puede pasar a uno es dejarse estar consigo mismo. Conste que papá no era de esos progenitores que dejaban frases célebres a sus crías. La reinvención humana es un imperativo universal. Seguimos más tarde.

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