jueves, 16 de mayo de 2013

Ensayos pasados III

Argo, Ben Affleck, Carter, Irán y Reagan

El amor al arte, salvo escasísimas excepciones, hoy en día es motivo de duda.
Ni hablemos si se trata del séptimo arte. No sabemos a ciencia cierta a qué va Ben Affleck con exactitud o si es una mezcolanza de intereses suyos.
Mucho menos lo han de saber sus más íntimos allegados, tan sólo él conoce su leitmotiv interior, como todo ser humano. No es la gran cosa como actor pero la actuación le supera como director. Es de esa eterna generación fallida de actores a los cuales no les sale para dirigir. Que si Argo lo hace por plata, por fama, por sobrevivir en su carrera, porque sí, por ser un nuevo interés suyo, por elegir al azar, por los premios, especulaciones, especulaciones y especulaciones nomás. Sí hay que reconocer que cada film trae consigo uno o más mensajes.
Acabó monótono tras comenzar bien. Con la película Argo aún no vista por público alguno, Affleck dio adelantos asombrosos dando a entender que iba a convertirse en un hollywoodense salido del establishment para sacar a luz los trapos sucios.
Argo, para muchos, logró la rehabilitación del ex presidente Jimmy Carter en la mayoría de la sociedad estadounidense que lo continuaba odiando. Otros afirman que quedó en intento, mas también quedó en un intento último y bien hecho para que aunque sea tenga lugar la reflexión para que se posibilite una pronta y real erradicación del odio fanático hacia Carter en cuestión de tiempo.
Que quede claro que la antipatía estadounidense se debe a su política nacional. Porque como personaje internacional es todo lo contrario. Lo siguen aclamando. Por otro lado, mediante su película, Ben amplió la conciencia antiReagan pese a haber fallecido y ser figura admirada por años. En pocas palabras, Carter héroe y Reagan villano. Hasta ahí todo perfecto pues se pensó que Argo ofrecía una versión alternativa, radicalmente opuesta a Irán y Estados Unidos bajo la complicadísima temática de lo que tuvo en vilo al mundo entre 1979 y 1981 nombrada en inglés ‘The Iran Hostage Crisis’. Esa imparcialidad contrera siempre anhelada.
El ex partenaire de Matt Damon resultó acorralado, como era de esperarse, aparecieron los monosílabos, a posteriori la confusión y entonces adoptó, miedoso de la situación obvia, un equilibrio nada equilibrante que terminó por quemarlo como un cineasta más del montón sin pretensiones de llevar a la pantalla grande una ida más allá del mea culpa y las cagadas que se manda Estados Unidos. Estoy a plenitud convencido de que desarrolló bastantes cambios antes de los correspondientes estrenos. Sobre todo omisiones.
Lo peor de Argo: regalarle la gloria de la liberación de los rehenes a la CIA. Lo mejor de Argo: Pese a la defraudación causada por las presiones de las manos invisibles de los poderes que no precisamente es una obligación que provengan de la Casa Blanca, Ben Affleck ayudó a conducir la mente fuera de todo conformismo en los cinéfilos entendidos del tópico abordado. ¿Por qué el que lea mi artículo piensa que están nominados a los premios más destacados Argo, Ben Affleck y demás involucrados? La contestación es simple y predecible: Affleck no se animó a narrarlo todo, se informó demasiado y sabe mucho. Por lo tanto, se calló y lo callaron si quería alguito. La película creo que es muy buena, saliendo de todo a lo que me refiero. Ahora bien, en parte, Jimmy Carter sufrió de mala suerte y fue la principal víctima de un cúmulo situacional orquestado por sus rivales, especialmente los del Partido Conservador, que con Ronald Reagan a la cabeza, le encajaron la estocada final, aprovechando su desgaste, su falta de defensa personal y su facilidad para pisar el palito. Uno va a los cines, ve Argo, sale quejándose de que su director haya amo hapópe decepcionado. Empero, pasado un rato, emerge una importante conclusión: La última promesa de Jimmy era la liberación de los rehenes antes de irse. Tal cosa no sucedió sino hasta segundos después de la asunción al poder de Reagan. Vale decir que es curiosa en principio la apreciación de un Reagan adverso al Irán del Ayatolá Jomeini y que, en cambio, más tarde juntos manejaron armas y dinero de diversas procedencias controversiales en Nicaragua acompañados de la mano por Edén Pastora -caso Irangate o Irán-Contra- y en la guerra de Irán contra Irak (1980-1988). Nebulosa: ¿Financió Irán la campaña presidencial de Ronald W. Reagan en 1980 para cagarlo a Carter? ¿Se repitió la financiación en la campaña del 84’? Me parece imposible que el Premio Nobel de la Paz 2001 y sus principales colaboradores no poseyesen información alguna o sospecha siquiera entre Reagan e Irán. La justicia yankee no condenó al ex actor. Estaba a cargo de la función presidencial cuando aquello. Yo supongo que en caso de no haber desconocido la relación iraní con los republicanos y sus enemigos, pudo con las respectivas pruebas desenmascarar a quien después lo derrotó en las presidenciales. Así se aseguraba la reelección… aunque a precio de sangre desde Teherán.


Autor: José Pablo Frete Yódice, 28 de Enero de 2013



* Prohibido plagiar

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