Dejo aquí, en tus umbrales,
mi corazón inaugurado; mi voz
incompatible;
mi máscara y mi grito y mi desvelo;
todos los carozos
desnudos, roídos de intemperie;
todo lo que decae como un pétalo seco
en
los vencidos días de otoño.
Hoy quiero verlo todo desde
dentro;
todo el hilván y el esqueleto de sostén;
toda la utilería;
los
telones y relieves prolijos del sueño.
Hoy recorro los
acontecimientos
como quien navegara a lo largo de la miga cariñosa
de un
pan
y saliera, de golpe, a flor de costra,
en llegando a la ciega
corteza
apoyado en carbones de próximos diamantes.
Así, ejecutado y
prolijo,
con la corbata puesta y los zapatos en su sitio:
como un muerto
que espera el turno de su leño.
Así.
Porque es hora ya de irse
preguntando:
¿A qué tanto jadeo y tanto andar a pie,
con la corbata puesta
al revés,
y el corazón al aire, allí,
justo sobre las coyunturas
desangradas
y los dedos haciéndole señas al Dios de nadie?
¿A qué los ojos
cayéndose de tanto ver osamentas
y los párpados, ardiendo
sobre el aire
podrido de un tiempo miserable?
Bueno: dejo aquí, en tus
umbrales,
mi corazón de arena; mi voz toda desecha
y mi máscara rota y mi
mano sin horóscopos,
sin huellas saturnales de lunas muertas;
todo aquello
que amé;
todo aquello que pudo ser un canto y es solamente
desprendido
terrón de cementerio.
Tómalos todavía: colócalos
en un hondo
nivel de marineros descansos;
ponles un grano de sal sobre las
órbitas;
ponles una flor marchita en los ojales...
Llámalos a esa muerte
que tú no desconoces
y entrégalos a la dulce vocación de los pájaros
que
emigran hacia el Sur...
Y no los nombres nunca, si no es para amarlos
en
recuerdo, en piedad, en dulzura de tarde quieta
-como quien acunara la cabeza
de un infante sin madre-,
Así.
ensayos, poemas, cuentos, novelas, entrevistas, cine, comedia, teatro, música, etc...
viernes, 31 de mayo de 2013
Tu llegada, de Mario Halley Mora (poema hecho guarania con música del Maestro Florentín Giménez)
En mi vida humilde llegaste aquel día
a encender las ansias de mi corazón
las cenizas grises ya no fueron mía
Las llevó las brisa de nueva ilusión.
Comprendí que el tiempo guardará caminos
que mis inquietudes podían andar
de frente a la vida, rumbo a mi destino
Mi esperanza nueva tornó a caminar.
Hoy te doy las gracias por ese prodigio
que en la larga noche me llevó a la luz
sin dejar de sombras un solo vestigio
Para izar aurora en mi juventud.
Perfuma el rocío, el sol ha salido,
hay trinos de plata en mi amanecer
se acabó la pena por el bien perdido
Y es mía la dicha de un nuevo querer.
a encender las ansias de mi corazón
las cenizas grises ya no fueron mía
Las llevó las brisa de nueva ilusión.
Comprendí que el tiempo guardará caminos
que mis inquietudes podían andar
de frente a la vida, rumbo a mi destino
Mi esperanza nueva tornó a caminar.
Hoy te doy las gracias por ese prodigio
que en la larga noche me llevó a la luz
sin dejar de sombras un solo vestigio
Para izar aurora en mi juventud.
Perfuma el rocío, el sol ha salido,
hay trinos de plata en mi amanecer
se acabó la pena por el bien perdido
Y es mía la dicha de un nuevo querer.
Poema: El tiempo. Autor: José Luis Appleyard.
Ya es ayer, pero entonces era siempre
un trasegar de horarios inmutables
desde la noche al sol.
Cada semana
era distinta e igual a la siguiente.
El niño desdeñaba el calendario
y su patrón reloj era el cansancio.
Edad sin equinoccios, sólo el tiempo
de ser feliz y entonces ignorarlo.
un trasegar de horarios inmutables
desde la noche al sol.
Cada semana
era distinta e igual a la siguiente.
El niño desdeñaba el calendario
y su patrón reloj era el cansancio.
Edad sin equinoccios, sólo el tiempo
de ser feliz y entonces ignorarlo.
http://desnivel.com/alpinismo/el-caballero-del-everest
Entrevista a Sir Edmund Percival Hillary
Antes de la expedición de 1953 habías participado en el reconocimiento de 1951 que dirigió Eric Shipton. Después de formar parte de este pequeño equipo de seis personas ¿te resultó difícil adaptarte a una expedición con una estructura mucho más pesada?
La expedición de 1953 era una expedición grande, pero la componíamos únicamente trece miembros occidentales, de los que en realidad sólo diez eran alpinistas. Este grupo, comparado con expediciones posteriores, es realmente pequeño. Por otra parte, tuvimos a muchos sherpas trabajando con nosotros y también empleamos bastante material. No tuve ningún problema en particular. Me sentía muy fuerte, trabajé mucho explorando el camino en la cascada de hielo, y más tarde en la pared del Lhotse.
Por eso, porque había demasiado trabajo por hacer, no coincidí demasiado con los otros miembros de la expedición. Fue una expedición muy bien organizada y sus miembros formábamos un buen equipo. Todo funcionó, tuvimos suerte con el tiempo en el asalto final y conseguimos la cima.
¿Cómo era Tensing?
Tensing tenía una personalidad muy atractiva, muy agradable. Era muy apuesto, y en su cara había siempre una brillante sonrisa. Trabajar con él resultaba muy placentero. También era un buen alpinista, muy fuerte, con un gran historial. Probablemente, en aquel momento, era el sherpa que más destacaba como escalador. En aquella época los sherpas eran muy buenos como porteadores, pero no tanto como escaladores técnicos. Tensing sí lo era y por tanto fue un buen compañero en la montaña, había intentado ya en siete ocasiones el Everest.
¿Fue su experiencia muy importante para ti?
Pienso que esto no representó ninguna diferencia. Era un buen compañero, escalamos juntos, pero él tampoco me dio ningún tipo de consejo o recomendación. Al principio no utilizamos a Tensing en la parte media de la montaña, pues él estaba muy ocupado organizando a los sherpas para subir las cargas. No fue hasta el final de la expedición cuando coincidimos en la pared del Lhotse y en la parte superior de la montaña.
¿A qué se debió que Tensing fuera tu compañero en esta escalada?
Realmente mi compañero de cordada era el otro miembro neozelandés, Georges Lowe, pero a John Hunt no le gustaba que dos neozelandeses escaláramos juntos, pues nosotros teníamos gran experiencia en hielo y pensó que era mejor que trabajáramos por separado, para de esta manera aprovechar mejor nuestra habilidad tallando peldaños en el hielo. Miré a mi alrededor y vi que Tensing era muy fuerte y activo, comenzamos a ir juntos y realizamos unos horarios muy rápidos subiendo y bajando por la montaña. Como nos compenetrábamos bien, estábamos fuertes y éramos rápidos, de una forma natural, nos convertimos en un equipo.
Después de transportar algunas cargas al Collado Sur, descendimos de la montaña y se repartieron las tareas que habría de hacer cada miembro de la expedición en los próximos días. Y se decidió que el primer equipo alcanzaría la cumbre sur y que el segundo intentaría llegar a la cima. No cabía duda de que Tensing y yo formábamos el equipo más fuerte y rápido. Por eso se nos encomendó la tarea de alcanzar la cima.
¿Qué fue para ti lo más difícil del día de la cima? ¿El conocido desde entonces como Escalón Hillary?
Sabíamos que este "Escalón" estaba allí, porque se podía ver desde lejos. También sabíamos que podía representar un problema. Cuando alcanzamos la base del Escalón aquello parecía muy vertical, y nos encontrábamos un poco cansados en aquel momento. Pero teníamos que superarlo para llegar a la cima. De pronto me di cuenta que en el lado derecho había una cornisa hielo, y que entre ella y la roca había una especie de fisura. Decidí intentarlo por ella, con los crampones sobre el hielo y las manos en la roca. Lo fui superando así, un poco asustado, pues de romperse la cornisa caería por la vertiente del Kangchung. Al superar el Escalón fue cuando, por primera vez, estuve totalmente seguro de que alcanzaríamos la cima.
Hasta aquel momento lo único que tenía claro era que íbamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas. Nos quedaba un largo camino pues el "Escalón" se encuentra en mitad de la arista somital que parte de la cumbre sur, y aún no podíamos ver la cima. En aquella época el material no era muy sofisticado y tuvimos que hacer un gran trabajo tallando escalones. En esta tarea yo tenía una gran experiencia pues en Nueva Zelanda había tallado en el hielo muchos escalones. Así que continué tallando, intentando adivinar donde se encontraba la cima. Finalmente superé una gran banda de nieve y pude ver que, delante de nosotros, la arista terminaba y al fondo se veía el gran plató del Tíbet.Miramos a la derecha y vimos una pequeña loma de nieve de unos quince metros, tallé peldaños en ella y me encontré en la cima.
¿Tan importante era esta labor de tallar peldaños en el hielo?
Durante toda la expedición trabajamos muy duro realizando esta tarea pues llevábamos crampones de diez puntas, sin puntas delanteras, y tampoco los piolets estaban muy evolucionados. Ahora hay un material que permite ascender por hielo totalmente vertical, algo que en aquella época no nos era posible. Ascendíamos tallando peldaños, y por ello la escalada era, desde luego, más difícil y más lenta.
¿Hasta qué punto fue importante el oxígeno artificial en esta escalada?
Este fue uno de los mayores problemas a los que nos tuvimos que enfrentar. Realmente era una barrera psicológica. No sabíamos si, aún empleando oxígeno, podríamos alcanzar la cima del Everest. Todos los médicos nos habían dicho que esta cima representaba el límite absoluto en el que una persona podría sobrevivir. Por eso, aún con oxígeno artificial, no sabíamos si nuestro cuerpo lo podría soportar. Pero, mientras ascendía, a pesar de utilizar oxígeno, me sentí fuerte y no me pareció que pudiéramos sufrir una lesión grave. Y cuando por fin nos encontramos en la cima, para tomar fotos, me quité la máscara de oxígeno durante quince o veinte minutos, y no tuve ningún problema.
Lo único que noté, cuando llegó el momento de descender, y me puse de nuevo la máscara, fue que todo parecía brillar mucho más, como si la luz fuera ahora más potente. Obviamente el oxígeno tenía efectos y me hacía ver mejor.
¿Pensaste en aquel momento que sería posible alcanzar la cima del Everest sin oxígeno?
En aquel momento no nos lo planteamos. Pero cuando nos encontramos abajo pensé que sería posible para gente que estuviera muy bien aclimatada, y de hecho así ha sido.
¿Piensas que Mallory e Irvine alcanzaron la cima del Everest?
Nadie lo sabe. Pero hablando con gente como Eric Shipton, quien visitó aquella parte de la montaña en los años treinta, me dijo que él no pensaba que hubieran alcanzado la cumbre. Más tarde encontraron un piolet que no podría haber caído de la cima, aunque desde luego no sabemos si cayó durante el ascenso o descenso. Pienso que nadie sabrá nunca con seguridad qué es lo que realmente pasó.
¿Cambió el Everest tu vida?
No completamente. Durante cuatro años, antes de ascender el Everest, había llevado a cabo todo tipo de aventuras. Y después continué realizándolas. La gran diferencia para mí fue que, debido a la publicidad, a partir de este momento me resultó mucho más fácil conseguir ayuda para todo tipo de proyectos: expediciones a la Antártida y al Himalaya, construcción de escuelas, hospitales... Gran parte del dinero que conseguí para estos proyectos fue gracias a haber alcanzado la cima del Everest en 1953. Por eso, aun habiendo participado en muchas expediciones que disfruté tanto como la del Everest, tengo que reconocer que el haber alcanzando esta cima ha jugado un papel primordial en mi vida.
¿Cómo era John Hunt?
Nunca había oído hablar de él antes de la expedición. Era, como me di cuenta después, un escalador experimentado, un buen organizador, y tenía una personalidad agradable. Era oficial del ejército, pero no se comportó como tal y tampoco nosotros hubiéramos aceptado recibir órdenes pues éramos todos gente muy independiente. Te preguntaba siempre tu opinión, hacia sugerencias y te animaba si habías realizado un buen trabajo. En este sentido pienso que fue un líder excelente. Aunque soy de los que creen que de haberse mantenido a Eric Shipton como jefe de la expedición también hubiéramos alcanzando la cima.
¿A qué se debió el hecho de que Eric Shipton fuera retirado como jefe de la expedición de 1953?
En realidad a Eric Shipton no le gustaban las expediciones grandes. Era un hombre que disfrutaba los viajes de exploración. Por eso, en 1953, cuando se estaba poniendo en marcha toda la organización, ésta iba un poco lenta porque Eric no estaba muy interesado en los preparativos de este viaje tan complicado. Y en Londres, el comité organizador del Alpine Club y de la Royal Geographic Society, se mostraron preocupados por la lentitud con la que se desarrollaba todo. Por eso decidieron sustituir a Eric Shipton. Le dijeron que iban a poner a otra persona como jefe de expedición.
Este nuevo jefe era John Hunt del que ninguno, él tampoco, habíamos oído hablar antes. Pero la forma en que se hizo no fue muy correcta, por eso, aquellos de nosotros que sentíamos un gran respeto por Eric Shipton no nos sentimos muy contentos. Pero fue algo en lo que John Hunt dio la talla. Cuando me encontré con él en Katmandú, mi sentimiento era: "bueno... vamos a ver cómo es este hombre del que nunca he oído hablar antes, que para colmo es oficial de la armada, un tipo de gente que no me gusta mucho..."
Al vernos por primera vez en Katmandú él vino a mi encuentro, me estrechó fuertemente la mano y me dijo: "he estado esperando, durante mucho tiempo, la oportunidad de conocerte." Entonces pensé: "quizás sea una buena persona". John Hunt sabía muy bien cómo tratar a la gente y me habló de una forma que me conquistó.
¿Qué sentiste al enterarte que, el año pasado, el mismo día alcanzaron la cima del Everest más de treinta personas?
Pensé que las cosas habían cambiado y no para mejorar, pues no resulta agradable coincidir con mucha gente en la misma montaña. Me sentí contento de haber vivido una época en la que tomábamos las decisiones por nosotros mismos, de esta manera nos enfrentábamos a los problemas y teníamos que luchar por la cima. Ahora muchas expediciones siguen, simplemente, las huellas de otra gente. Hay muchas cuerdas fijas, escaleras, trazas, y los alpinistas van unos detrás de otros, como si fueran turistas.
Para nosotros la solución de todos los problemas que nos planteaba la montaña estaba en nosotros. Por eso pienso que encontrábamos una gran satisfacción en solucionarlos.
¿Qué piensas de las expediciones comerciales?
No me gustan en absoluto. En ellas, si estás fuerte y tienes dinero (casi tres millones de pesetas) puedes ser "llevado" a la cima.
Después del Everest te convertiste, de alguna manera, en un profesional de la escalada y la exploración...
Sí, pero no trabajaba llevando a otras personas sino dirigiendo a mi equipo de alpinistas, quienes tenían una gran experiencia en escalada y exploración. Era simplemente el jefe y organizador de estas expediciones.
¿Cuál ha sido tu escalada más difícil en el Himalaya?
Me resulta difícil contestar esta pregunta. Cada montaña representa un reto distinto, lo importante es tener la suficiente experiencia y conocimientos para ser capaz de reaccionar correctamente si te encuentras en una situación difícil o peligrosa. Por ejemplo, Reinhold Messner es muy bueno. El tiene una gran habilidad como alpinista pero también parece haber sabido siempre cuándo tenía que abandonar. Por eso Reinhold Messner sigue vivo cuando de otra manera, quizás, estaría muerto.
¿Estás contento de haber vivido una época en la que había mucho por explorar?
Pienso que, en cierto sentido, tuvimos mucha suerte con el periodo que vivimos. Cuando fuimos por primera vez al Himalaya Indio, en 1951, mirábamos a nuestro alrededor y había docenas, quizás cientos, de montañas que nadie había escalado jamás. Nos levantábamos por la mañana, contemplábamos una montaña de siete mil metros que nos parecía bella y pensábamos: "Mañana intentaremos escalarla". De esta forma escalamos seis montañas vírgenes de entre siete y siete mil quinientos metros, algo que hoy en día prácticamente resulta imposible. Por eso pienso que fue una suerte vivir aquella época.
Lo mismo pasaba en la Antártida. Fuimos en tractores hasta el Polo Sur, y recorrimos glaciares y platós en los que nadie antes había estado. Incluso ahora en la Antártida es difícil visitar zonas vírgenes.
¿Qué piensas respecto a la situación en la que se encuentra el Himalaya hoy?
Aquello es un paraíso al que han ido demasiadas expediciones, muchas de las cuales han abandonado tras de sí gran cantidad de basura. Esta se amontona incluso en el Collado Sur. El Everest es el mayor basurero del mundo. Pienso que todos los montañeros deben aceptar la responsabilidad de que esto no puede continuar así. Cada expedición tiene el compromiso de traerse de la montaña todo lo que ha llevado, e incluso lo que puedan de lo que han dejado otras personas.
¿A qué se debe tu interés en ayudar a los sherpas?
Mis padres fueron gente muy respetuosa que creían firmemente que teníamos una gran responsabilidad con la gente de otros países, especialmente con los del Tercer Mundo. Me eduqué con esta actitud. Pasé largas temporadas en poblados sherpas donde me di cuenta de que los niños no recibían ningún tipo de educación, de que tampoco había ningún tipo de asistencia médica, y muchas otras cosas de este estilo. Decidí que debía intentar ayudarles. Hablé con los sherpas y les pregunté si podía hacer algo por ellos. Y se mostraron de acuerdo en que necesitaban una escuela.
En 1961 reunimos el dinero necesario para construir la primera escuela de la zona. La gente comenzó a viajar durante días desde otras aldeas para decir que ellos también necesitaban ayuda. Hasta ahora hemos construido 25 escuelas, dos clínicas, dos hospitales, muchos puentes...
Quizás esto haya sido lo más importante de tu vida...
Cuando miro atrás me doy cuenta de que he disfrutado la aventura, he disfrutado el miedo que he pasado en muchas ocasiones... pero cuando intento analizar qué ha sido lo más trascendente de mi vida, tengo que reconocer que fue el ayudar a la gente de la montaña a que tengan escuelas, centros de salud, incluso el hecho de recaudar fondos para que pudieran reconstruir sus monasterios.
¿Piensas que debiera haber más restricciones a las expediciones en determinadas zonas para impedir su masificación?
Estoy firmemente convencido de ello. También lo está el gobierno nepalí, quien ya ha anunciado que va a restringir el número de expediciones. Cuando estuve en el glaciar del Khumbu hace unos meses, había catorce expediciones en el campo base, para mí esto resulta totalmente ridículo pues supone hablar de cientos de personas. Por eso pienso que es importante que el gobierno nepalí limite el número de expediciones que puede haber en una montaña. Pero también menos expediciones significa menos dinero para los sherpas... Sólo unos pocos sherpas participan en las expediciones. La mayoría de ellos viven del trekking y del turismo.
Ahora mismo hay tanto trabajo para los sherpas que no dan abasto. Pienso que hay que controlar un poco también el trekking y el turismo, pero no debe limitarse de la misma manera que las expediciones pues éste es más importante ahora para los sherpas.
¿Piensas que todavía hay en el mundo lugares que explorar?
Los exploradores modernos buscan y encuentran otros retos. Por otra parte, los alpinistas cuentan ahora con un equipo y material más sofisticado, con el que pueden realizar escaladas mucho más difíciles, que a nosotros -hace cuarenta años- nos hubieran sido imposibles. Por eso pienso que ahora mismo hay retos tan importantes como los que había para nosotros hace muchos años. Pero ahora el reto es más deportivo. El alpinismo se ha convertido en un deporte más competitivo, pero la escalada de una ruta de gran dificultad sigue constituyendo un gran reto. Pienso que el escalador moderno sigue encontrando grandes motivos de satisfacción en las nuevas rutas que abre.
¿Cómo fue la experiencia que viviste en el Polo Sur?
En muchos aspectos muy parecida a la que se vive en una expedición al Everest. Tienes que luchar con la nieve y el hielo, en grandes cantidades, pero en la Antártida el frío es más intenso, la estancia es también más larga, y siempre teníamos que prestar gran atención cuando conducíamos los vehículos por los platós polares con zonas de grietas. De caer en una con un vehículo de estos eras hombre muerto. En la Antártida tienes que permanecer atento durante meses, mientras que en el Himalaya los riesgos son más inmediatos, está la avalancha, la grieta, la caída en una pendiente vertical...
¿Por qué decidiste ir al Polo Norte en avioneta?
Fue en 1985, tenía 66 años y me ofrecieron la posibilidad de participar en este viaje junto con Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna. No fue una gran aventura en el sentido clásico - pues la verdad es que yo no desempeñaba una labor concreta en ella- pero sí en el tecnológico. Navegar hasta aterrizar en el Polo Norte, esto fue la aventura más importante. Aterrizar en el hielo y caminar por allí muchas millas, fue una gran experiencia. Fue una vivencia interesante aunque fácil para mí. Con ella fui la primera persona en haber estado en la cima del Everest, Polo Norte y Polo Sur.
¿Qué piensas de la relación que mantiene el hombre con el mundo? ¿Está terminando el ser humano con él?
Hemos sido muy poco cuidadosos en lo que respecta a la protección del mundo en que vivimos. He trabajado mucho y me he sentido muy preocupado por los problemas ecológicos. Cada día, lo mismo que mucha gente, me he sentido más preocupado por la ecología. Todos los seres humanos deben aceptar que tienen una responsabilidad para proteger el medio natural, para reparar los graves daños que hemos causado, y para impedir que nada se destruya más de lo que ha sido hasta el momento. Hemos contaminado los océanos, la tierra e incluso el aire. Por eso pienso que la humanidad debe hacer algo ahora para solucionar estos problemas.
¿Qué haces en estos momentos?
Doy muchas conferencias y paso mucho tiempo trabajando para conseguir fondos para los proyectos que tenemos de apoyo a la gente del Himalaya. Trabajo viajando por todo el mundo persuadiendo a la gente para que aporte fondos para continuar con estos proyectos. En 1991 di seis veces la vuelta al mundo. En 1992 viajé algo menos: sólo di cinco veces la vuelta al mundo.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir a la gente joven?
A la gente joven le cansa que le hable la gente mayor y les llene de consejos. Pero yo les diría que no es mala idea aprender de los conocimientos que tienen quienes han vivido más. Escuchar lo que han hecho y lo que recomiendan, sus consejos respecto al tiempo, las avalanchas... Que tengan en cuenta aquello con lo que estén de acuerdo a la hora de realizar sus proyectos. Que hagan lo que sientan dentro de sí pero que se aprovechen de la ventaja que les puede suponer contar con la experiencia de generaciones de escaladores. Que no les importe empezar otra vez desde el principio. Que utilicen esta experiencia antes de partir a realizar sus propios retos.
Antes de la expedición de 1953 habías participado en el reconocimiento de 1951 que dirigió Eric Shipton. Después de formar parte de este pequeño equipo de seis personas ¿te resultó difícil adaptarte a una expedición con una estructura mucho más pesada?
La expedición de 1953 era una expedición grande, pero la componíamos únicamente trece miembros occidentales, de los que en realidad sólo diez eran alpinistas. Este grupo, comparado con expediciones posteriores, es realmente pequeño. Por otra parte, tuvimos a muchos sherpas trabajando con nosotros y también empleamos bastante material. No tuve ningún problema en particular. Me sentía muy fuerte, trabajé mucho explorando el camino en la cascada de hielo, y más tarde en la pared del Lhotse.
Por eso, porque había demasiado trabajo por hacer, no coincidí demasiado con los otros miembros de la expedición. Fue una expedición muy bien organizada y sus miembros formábamos un buen equipo. Todo funcionó, tuvimos suerte con el tiempo en el asalto final y conseguimos la cima.
¿Cómo era Tensing?
Tensing tenía una personalidad muy atractiva, muy agradable. Era muy apuesto, y en su cara había siempre una brillante sonrisa. Trabajar con él resultaba muy placentero. También era un buen alpinista, muy fuerte, con un gran historial. Probablemente, en aquel momento, era el sherpa que más destacaba como escalador. En aquella época los sherpas eran muy buenos como porteadores, pero no tanto como escaladores técnicos. Tensing sí lo era y por tanto fue un buen compañero en la montaña, había intentado ya en siete ocasiones el Everest.
¿Fue su experiencia muy importante para ti?
Pienso que esto no representó ninguna diferencia. Era un buen compañero, escalamos juntos, pero él tampoco me dio ningún tipo de consejo o recomendación. Al principio no utilizamos a Tensing en la parte media de la montaña, pues él estaba muy ocupado organizando a los sherpas para subir las cargas. No fue hasta el final de la expedición cuando coincidimos en la pared del Lhotse y en la parte superior de la montaña.
¿A qué se debió que Tensing fuera tu compañero en esta escalada?
Realmente mi compañero de cordada era el otro miembro neozelandés, Georges Lowe, pero a John Hunt no le gustaba que dos neozelandeses escaláramos juntos, pues nosotros teníamos gran experiencia en hielo y pensó que era mejor que trabajáramos por separado, para de esta manera aprovechar mejor nuestra habilidad tallando peldaños en el hielo. Miré a mi alrededor y vi que Tensing era muy fuerte y activo, comenzamos a ir juntos y realizamos unos horarios muy rápidos subiendo y bajando por la montaña. Como nos compenetrábamos bien, estábamos fuertes y éramos rápidos, de una forma natural, nos convertimos en un equipo.
Después de transportar algunas cargas al Collado Sur, descendimos de la montaña y se repartieron las tareas que habría de hacer cada miembro de la expedición en los próximos días. Y se decidió que el primer equipo alcanzaría la cumbre sur y que el segundo intentaría llegar a la cima. No cabía duda de que Tensing y yo formábamos el equipo más fuerte y rápido. Por eso se nos encomendó la tarea de alcanzar la cima.
¿Qué fue para ti lo más difícil del día de la cima? ¿El conocido desde entonces como Escalón Hillary?
Sabíamos que este "Escalón" estaba allí, porque se podía ver desde lejos. También sabíamos que podía representar un problema. Cuando alcanzamos la base del Escalón aquello parecía muy vertical, y nos encontrábamos un poco cansados en aquel momento. Pero teníamos que superarlo para llegar a la cima. De pronto me di cuenta que en el lado derecho había una cornisa hielo, y que entre ella y la roca había una especie de fisura. Decidí intentarlo por ella, con los crampones sobre el hielo y las manos en la roca. Lo fui superando así, un poco asustado, pues de romperse la cornisa caería por la vertiente del Kangchung. Al superar el Escalón fue cuando, por primera vez, estuve totalmente seguro de que alcanzaríamos la cima.
Hasta aquel momento lo único que tenía claro era que íbamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas. Nos quedaba un largo camino pues el "Escalón" se encuentra en mitad de la arista somital que parte de la cumbre sur, y aún no podíamos ver la cima. En aquella época el material no era muy sofisticado y tuvimos que hacer un gran trabajo tallando escalones. En esta tarea yo tenía una gran experiencia pues en Nueva Zelanda había tallado en el hielo muchos escalones. Así que continué tallando, intentando adivinar donde se encontraba la cima. Finalmente superé una gran banda de nieve y pude ver que, delante de nosotros, la arista terminaba y al fondo se veía el gran plató del Tíbet.Miramos a la derecha y vimos una pequeña loma de nieve de unos quince metros, tallé peldaños en ella y me encontré en la cima.
¿Tan importante era esta labor de tallar peldaños en el hielo?
Durante toda la expedición trabajamos muy duro realizando esta tarea pues llevábamos crampones de diez puntas, sin puntas delanteras, y tampoco los piolets estaban muy evolucionados. Ahora hay un material que permite ascender por hielo totalmente vertical, algo que en aquella época no nos era posible. Ascendíamos tallando peldaños, y por ello la escalada era, desde luego, más difícil y más lenta.
¿Hasta qué punto fue importante el oxígeno artificial en esta escalada?
Este fue uno de los mayores problemas a los que nos tuvimos que enfrentar. Realmente era una barrera psicológica. No sabíamos si, aún empleando oxígeno, podríamos alcanzar la cima del Everest. Todos los médicos nos habían dicho que esta cima representaba el límite absoluto en el que una persona podría sobrevivir. Por eso, aún con oxígeno artificial, no sabíamos si nuestro cuerpo lo podría soportar. Pero, mientras ascendía, a pesar de utilizar oxígeno, me sentí fuerte y no me pareció que pudiéramos sufrir una lesión grave. Y cuando por fin nos encontramos en la cima, para tomar fotos, me quité la máscara de oxígeno durante quince o veinte minutos, y no tuve ningún problema.
Lo único que noté, cuando llegó el momento de descender, y me puse de nuevo la máscara, fue que todo parecía brillar mucho más, como si la luz fuera ahora más potente. Obviamente el oxígeno tenía efectos y me hacía ver mejor.
¿Pensaste en aquel momento que sería posible alcanzar la cima del Everest sin oxígeno?
En aquel momento no nos lo planteamos. Pero cuando nos encontramos abajo pensé que sería posible para gente que estuviera muy bien aclimatada, y de hecho así ha sido.
¿Piensas que Mallory e Irvine alcanzaron la cima del Everest?
Nadie lo sabe. Pero hablando con gente como Eric Shipton, quien visitó aquella parte de la montaña en los años treinta, me dijo que él no pensaba que hubieran alcanzado la cumbre. Más tarde encontraron un piolet que no podría haber caído de la cima, aunque desde luego no sabemos si cayó durante el ascenso o descenso. Pienso que nadie sabrá nunca con seguridad qué es lo que realmente pasó.
¿Cambió el Everest tu vida?
No completamente. Durante cuatro años, antes de ascender el Everest, había llevado a cabo todo tipo de aventuras. Y después continué realizándolas. La gran diferencia para mí fue que, debido a la publicidad, a partir de este momento me resultó mucho más fácil conseguir ayuda para todo tipo de proyectos: expediciones a la Antártida y al Himalaya, construcción de escuelas, hospitales... Gran parte del dinero que conseguí para estos proyectos fue gracias a haber alcanzado la cima del Everest en 1953. Por eso, aun habiendo participado en muchas expediciones que disfruté tanto como la del Everest, tengo que reconocer que el haber alcanzando esta cima ha jugado un papel primordial en mi vida.
¿Cómo era John Hunt?
Nunca había oído hablar de él antes de la expedición. Era, como me di cuenta después, un escalador experimentado, un buen organizador, y tenía una personalidad agradable. Era oficial del ejército, pero no se comportó como tal y tampoco nosotros hubiéramos aceptado recibir órdenes pues éramos todos gente muy independiente. Te preguntaba siempre tu opinión, hacia sugerencias y te animaba si habías realizado un buen trabajo. En este sentido pienso que fue un líder excelente. Aunque soy de los que creen que de haberse mantenido a Eric Shipton como jefe de la expedición también hubiéramos alcanzando la cima.
¿A qué se debió el hecho de que Eric Shipton fuera retirado como jefe de la expedición de 1953?
En realidad a Eric Shipton no le gustaban las expediciones grandes. Era un hombre que disfrutaba los viajes de exploración. Por eso, en 1953, cuando se estaba poniendo en marcha toda la organización, ésta iba un poco lenta porque Eric no estaba muy interesado en los preparativos de este viaje tan complicado. Y en Londres, el comité organizador del Alpine Club y de la Royal Geographic Society, se mostraron preocupados por la lentitud con la que se desarrollaba todo. Por eso decidieron sustituir a Eric Shipton. Le dijeron que iban a poner a otra persona como jefe de expedición.
Este nuevo jefe era John Hunt del que ninguno, él tampoco, habíamos oído hablar antes. Pero la forma en que se hizo no fue muy correcta, por eso, aquellos de nosotros que sentíamos un gran respeto por Eric Shipton no nos sentimos muy contentos. Pero fue algo en lo que John Hunt dio la talla. Cuando me encontré con él en Katmandú, mi sentimiento era: "bueno... vamos a ver cómo es este hombre del que nunca he oído hablar antes, que para colmo es oficial de la armada, un tipo de gente que no me gusta mucho..."
Al vernos por primera vez en Katmandú él vino a mi encuentro, me estrechó fuertemente la mano y me dijo: "he estado esperando, durante mucho tiempo, la oportunidad de conocerte." Entonces pensé: "quizás sea una buena persona". John Hunt sabía muy bien cómo tratar a la gente y me habló de una forma que me conquistó.
¿Qué sentiste al enterarte que, el año pasado, el mismo día alcanzaron la cima del Everest más de treinta personas?
Pensé que las cosas habían cambiado y no para mejorar, pues no resulta agradable coincidir con mucha gente en la misma montaña. Me sentí contento de haber vivido una época en la que tomábamos las decisiones por nosotros mismos, de esta manera nos enfrentábamos a los problemas y teníamos que luchar por la cima. Ahora muchas expediciones siguen, simplemente, las huellas de otra gente. Hay muchas cuerdas fijas, escaleras, trazas, y los alpinistas van unos detrás de otros, como si fueran turistas.
Para nosotros la solución de todos los problemas que nos planteaba la montaña estaba en nosotros. Por eso pienso que encontrábamos una gran satisfacción en solucionarlos.
¿Qué piensas de las expediciones comerciales?
No me gustan en absoluto. En ellas, si estás fuerte y tienes dinero (casi tres millones de pesetas) puedes ser "llevado" a la cima.
Después del Everest te convertiste, de alguna manera, en un profesional de la escalada y la exploración...
Sí, pero no trabajaba llevando a otras personas sino dirigiendo a mi equipo de alpinistas, quienes tenían una gran experiencia en escalada y exploración. Era simplemente el jefe y organizador de estas expediciones.
¿Cuál ha sido tu escalada más difícil en el Himalaya?
Me resulta difícil contestar esta pregunta. Cada montaña representa un reto distinto, lo importante es tener la suficiente experiencia y conocimientos para ser capaz de reaccionar correctamente si te encuentras en una situación difícil o peligrosa. Por ejemplo, Reinhold Messner es muy bueno. El tiene una gran habilidad como alpinista pero también parece haber sabido siempre cuándo tenía que abandonar. Por eso Reinhold Messner sigue vivo cuando de otra manera, quizás, estaría muerto.
¿Estás contento de haber vivido una época en la que había mucho por explorar?
Pienso que, en cierto sentido, tuvimos mucha suerte con el periodo que vivimos. Cuando fuimos por primera vez al Himalaya Indio, en 1951, mirábamos a nuestro alrededor y había docenas, quizás cientos, de montañas que nadie había escalado jamás. Nos levantábamos por la mañana, contemplábamos una montaña de siete mil metros que nos parecía bella y pensábamos: "Mañana intentaremos escalarla". De esta forma escalamos seis montañas vírgenes de entre siete y siete mil quinientos metros, algo que hoy en día prácticamente resulta imposible. Por eso pienso que fue una suerte vivir aquella época.
Lo mismo pasaba en la Antártida. Fuimos en tractores hasta el Polo Sur, y recorrimos glaciares y platós en los que nadie antes había estado. Incluso ahora en la Antártida es difícil visitar zonas vírgenes.
¿Qué piensas respecto a la situación en la que se encuentra el Himalaya hoy?
Aquello es un paraíso al que han ido demasiadas expediciones, muchas de las cuales han abandonado tras de sí gran cantidad de basura. Esta se amontona incluso en el Collado Sur. El Everest es el mayor basurero del mundo. Pienso que todos los montañeros deben aceptar la responsabilidad de que esto no puede continuar así. Cada expedición tiene el compromiso de traerse de la montaña todo lo que ha llevado, e incluso lo que puedan de lo que han dejado otras personas.
¿A qué se debe tu interés en ayudar a los sherpas?
Mis padres fueron gente muy respetuosa que creían firmemente que teníamos una gran responsabilidad con la gente de otros países, especialmente con los del Tercer Mundo. Me eduqué con esta actitud. Pasé largas temporadas en poblados sherpas donde me di cuenta de que los niños no recibían ningún tipo de educación, de que tampoco había ningún tipo de asistencia médica, y muchas otras cosas de este estilo. Decidí que debía intentar ayudarles. Hablé con los sherpas y les pregunté si podía hacer algo por ellos. Y se mostraron de acuerdo en que necesitaban una escuela.
En 1961 reunimos el dinero necesario para construir la primera escuela de la zona. La gente comenzó a viajar durante días desde otras aldeas para decir que ellos también necesitaban ayuda. Hasta ahora hemos construido 25 escuelas, dos clínicas, dos hospitales, muchos puentes...
Quizás esto haya sido lo más importante de tu vida...
Cuando miro atrás me doy cuenta de que he disfrutado la aventura, he disfrutado el miedo que he pasado en muchas ocasiones... pero cuando intento analizar qué ha sido lo más trascendente de mi vida, tengo que reconocer que fue el ayudar a la gente de la montaña a que tengan escuelas, centros de salud, incluso el hecho de recaudar fondos para que pudieran reconstruir sus monasterios.
¿Piensas que debiera haber más restricciones a las expediciones en determinadas zonas para impedir su masificación?
Estoy firmemente convencido de ello. También lo está el gobierno nepalí, quien ya ha anunciado que va a restringir el número de expediciones. Cuando estuve en el glaciar del Khumbu hace unos meses, había catorce expediciones en el campo base, para mí esto resulta totalmente ridículo pues supone hablar de cientos de personas. Por eso pienso que es importante que el gobierno nepalí limite el número de expediciones que puede haber en una montaña. Pero también menos expediciones significa menos dinero para los sherpas... Sólo unos pocos sherpas participan en las expediciones. La mayoría de ellos viven del trekking y del turismo.
Ahora mismo hay tanto trabajo para los sherpas que no dan abasto. Pienso que hay que controlar un poco también el trekking y el turismo, pero no debe limitarse de la misma manera que las expediciones pues éste es más importante ahora para los sherpas.
¿Piensas que todavía hay en el mundo lugares que explorar?
Los exploradores modernos buscan y encuentran otros retos. Por otra parte, los alpinistas cuentan ahora con un equipo y material más sofisticado, con el que pueden realizar escaladas mucho más difíciles, que a nosotros -hace cuarenta años- nos hubieran sido imposibles. Por eso pienso que ahora mismo hay retos tan importantes como los que había para nosotros hace muchos años. Pero ahora el reto es más deportivo. El alpinismo se ha convertido en un deporte más competitivo, pero la escalada de una ruta de gran dificultad sigue constituyendo un gran reto. Pienso que el escalador moderno sigue encontrando grandes motivos de satisfacción en las nuevas rutas que abre.
¿Cómo fue la experiencia que viviste en el Polo Sur?
En muchos aspectos muy parecida a la que se vive en una expedición al Everest. Tienes que luchar con la nieve y el hielo, en grandes cantidades, pero en la Antártida el frío es más intenso, la estancia es también más larga, y siempre teníamos que prestar gran atención cuando conducíamos los vehículos por los platós polares con zonas de grietas. De caer en una con un vehículo de estos eras hombre muerto. En la Antártida tienes que permanecer atento durante meses, mientras que en el Himalaya los riesgos son más inmediatos, está la avalancha, la grieta, la caída en una pendiente vertical...
¿Por qué decidiste ir al Polo Norte en avioneta?
Fue en 1985, tenía 66 años y me ofrecieron la posibilidad de participar en este viaje junto con Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna. No fue una gran aventura en el sentido clásico - pues la verdad es que yo no desempeñaba una labor concreta en ella- pero sí en el tecnológico. Navegar hasta aterrizar en el Polo Norte, esto fue la aventura más importante. Aterrizar en el hielo y caminar por allí muchas millas, fue una gran experiencia. Fue una vivencia interesante aunque fácil para mí. Con ella fui la primera persona en haber estado en la cima del Everest, Polo Norte y Polo Sur.
¿Qué piensas de la relación que mantiene el hombre con el mundo? ¿Está terminando el ser humano con él?
Hemos sido muy poco cuidadosos en lo que respecta a la protección del mundo en que vivimos. He trabajado mucho y me he sentido muy preocupado por los problemas ecológicos. Cada día, lo mismo que mucha gente, me he sentido más preocupado por la ecología. Todos los seres humanos deben aceptar que tienen una responsabilidad para proteger el medio natural, para reparar los graves daños que hemos causado, y para impedir que nada se destruya más de lo que ha sido hasta el momento. Hemos contaminado los océanos, la tierra e incluso el aire. Por eso pienso que la humanidad debe hacer algo ahora para solucionar estos problemas.
¿Qué haces en estos momentos?
Doy muchas conferencias y paso mucho tiempo trabajando para conseguir fondos para los proyectos que tenemos de apoyo a la gente del Himalaya. Trabajo viajando por todo el mundo persuadiendo a la gente para que aporte fondos para continuar con estos proyectos. En 1991 di seis veces la vuelta al mundo. En 1992 viajé algo menos: sólo di cinco veces la vuelta al mundo.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir a la gente joven?
A la gente joven le cansa que le hable la gente mayor y les llene de consejos. Pero yo les diría que no es mala idea aprender de los conocimientos que tienen quienes han vivido más. Escuchar lo que han hecho y lo que recomiendan, sus consejos respecto al tiempo, las avalanchas... Que tengan en cuenta aquello con lo que estén de acuerdo a la hora de realizar sus proyectos. Que hagan lo que sientan dentro de sí pero que se aprovechen de la ventaja que les puede suponer contar con la experiencia de generaciones de escaladores. Que no les importe empezar otra vez desde el principio. Que utilicen esta experiencia antes de partir a realizar sus propios retos.
Mi pasado con las artes plásticas
De la pintarrajeada originada en 1992 a lo inverosímil de 1993 y 1994, valga aclarar que todo esto lo cuento porque me lo han contado mis familiares ya que yo recién recuerdo las cosas de mi vida a partir de 1994, con mis manos parecía, no sólo escribir sino dibujar, pintar, colorear y whatever de terminología artística correlativa con lo pintoresco manual, mi destino.
Sin saber qué mierda estaba haciendo.
La tábula rasa de la que hablaba Platón, si no me equivoco. Así existía yo, durante 4 años. No oí hablar sobre el graffitti y sin embargo era un under callejero a lo New York City en potencia.
Normal fue que haya empezado con macanadas por las paredes de toda la casa, para posteriormente desarrollar poco a poco las percepciones propias de todo componente alrededor mío, humano o no. Era una lucha tenaz, habré ligado quién sabe cuántas palizas y cuántas indulgencias recibí por aquellas épocas de mi infancia, pero también, como toda criatura cabezuda, ya fui el colmo de todo colmo. Dicen quienes me vieron que sentía un placer inmenso al expresarme libremente desde aquel imaginario artístico.
Actualmente ya no dibujo ni pinto más, tenía mis propias caricaturas, personajes, diálogos, argumentos, etc, etc, etc... Bastante ha pasado cuando lo hice la última vez. Y entre mudanzas y mudanzas y mudanzas que sufrí junto a mi familia, poco o nada se conservó, más bien (más mal y más peor, digamos) se extravió.
Algunas que otras fotografías se mantienen, sí, como testimonio de lo que en su momento he sido y que por momentos se daba esa sensación de que terminaría dedicándome a eso y viviría de él. No descarto retornar, sería genial, mas no será lo mismo, a decir de Sanz, pues no pienso posicionarme en el mismo ritmo de antes como nato o capaz innato siendo chico, pasaron volando dos décadas cuyas cláusulas invisibles a los ojos de la retórica pertenecen a tres. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis.
Sin saber qué mierda estaba haciendo.
La tábula rasa de la que hablaba Platón, si no me equivoco. Así existía yo, durante 4 años. No oí hablar sobre el graffitti y sin embargo era un under callejero a lo New York City en potencia.
Normal fue que haya empezado con macanadas por las paredes de toda la casa, para posteriormente desarrollar poco a poco las percepciones propias de todo componente alrededor mío, humano o no. Era una lucha tenaz, habré ligado quién sabe cuántas palizas y cuántas indulgencias recibí por aquellas épocas de mi infancia, pero también, como toda criatura cabezuda, ya fui el colmo de todo colmo. Dicen quienes me vieron que sentía un placer inmenso al expresarme libremente desde aquel imaginario artístico.
Actualmente ya no dibujo ni pinto más, tenía mis propias caricaturas, personajes, diálogos, argumentos, etc, etc, etc... Bastante ha pasado cuando lo hice la última vez. Y entre mudanzas y mudanzas y mudanzas que sufrí junto a mi familia, poco o nada se conservó, más bien (más mal y más peor, digamos) se extravió.
Algunas que otras fotografías se mantienen, sí, como testimonio de lo que en su momento he sido y que por momentos se daba esa sensación de que terminaría dedicándome a eso y viviría de él. No descarto retornar, sería genial, mas no será lo mismo, a decir de Sanz, pues no pienso posicionarme en el mismo ritmo de antes como nato o capaz innato siendo chico, pasaron volando dos décadas cuyas cláusulas invisibles a los ojos de la retórica pertenecen a tres. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis.
jueves, 30 de mayo de 2013
Poema: Tormenta. Autor: Elvio Romero.
Tormenta
La noche ha sido larga.
Como desde cien años de lluvia,
de una respiración embravecida
proveniente de un fondo de vértigo nocturno,
de un cántaro colorado
jadeando en la tierra,
el viento ha desatado su tempestad violenta
sobre el velo anhelante de la ilusión
efímera, sobre los fatigados menesteres
y tú y yo, en la colina más alta,
en el rincón de nuestros dos silencios,
abrazados al tiempo del amor, desvelándonos.
Deja que el viento muerda sobre el viento.
Yo te cerraré los ojos.
La noche ha sido larga.
Como desde cien años de lluvia,
de una respiración embravecida
proveniente de un fondo de vértigo nocturno,
de un cántaro colorado
jadeando en la tierra,
el viento ha desatado su tempestad violenta
sobre el velo anhelante de la ilusión
efímera, sobre los fatigados menesteres
y tú y yo, en la colina más alta,
en el rincón de nuestros dos silencios,
abrazados al tiempo del amor, desvelándonos.
Deja que el viento muerda sobre el viento.
Yo te cerraré los ojos.
Poema: El ave y el nido. Autora: Salomé Ureña de Henríquez.
¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.
Aquí, en el hueco de piedra dura,
tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.
Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.
Porque no sabes hasta qué grado
yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.
¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido
mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.
Mas si tu tierna prole futura
en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.
Aquí, en el hueco de piedra dura,
tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.
Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.
Porque no sabes hasta qué grado
yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.
¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido
mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.
Mas si tu tierna prole futura
en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.
Libro recomendado de la semana
Título: The Land of Heart's Desire
Autor: William Butler Yeats
País de origen: Irlanda (Eire)
Año: 1894
Obra de teatro del primer irlandés Premio Nobel de Literatura en 1923. Es una alegoría personal favorable al ferviente anhelo de independencia irlandesa que Yeats acompañó cual vástago de toda una isla caracterizada por añares de confrontaciones con los ingleses.
Autor: William Butler Yeats
País de origen: Irlanda (Eire)
Año: 1894
Obra de teatro del primer irlandés Premio Nobel de Literatura en 1923. Es una alegoría personal favorable al ferviente anhelo de independencia irlandesa que Yeats acompañó cual vástago de toda una isla caracterizada por añares de confrontaciones con los ingleses.
Pero de 'Hijos Pródigos' estamos hablando...
No sé ni me interesa saber con rapidez qué sucedió con el foro paraguayo Tocorre. Me importará luego...
El único que acá salió ganando, también ya sin Guaijole, fue el pionero de los foros nacionales desde mediados de los 90': Radio So'o.
Pulgares arriba x 2: Bienvenidos y bienvenidas de vuelta, por enésima vez, quienes habían fundido el ambiente so'otien o lo echaron a su suerte. El foro aumentó como nunca antes, tipo despertar de los muertos vivos, su tránsito de público y popularidad exceptuando a los clones de ayer, hoy y siempre.
Pulgares abajo: Todos los caminos conducen a So'o, progresivamente. El intento de crear nuevos foros dentro del espacio cibernético nacional continúa sin ofrecer vanguardias, los foros que apenas ya respiran andan experimentando un deterioro despacioso aunque seguro, salvable a tiempo y a la postre llamativo. Como yo estoy en contra de todo oligopolio o monopolio, ojalá yerre, pero estoy presintiendo que las puertas del infierno web irán abriéndose para regalar vía libre a "la Radio" como única opción. Ojo que ya fue agarrapá en el pasado.
Anhelo confiar en el salvatore ingenio paraguayo one more time.
Mientras, que se desenvuelva no más la resurrección online de los tópicos so'oteriles.
El único que acá salió ganando, también ya sin Guaijole, fue el pionero de los foros nacionales desde mediados de los 90': Radio So'o.
Pulgares arriba x 2: Bienvenidos y bienvenidas de vuelta, por enésima vez, quienes habían fundido el ambiente so'otien o lo echaron a su suerte. El foro aumentó como nunca antes, tipo despertar de los muertos vivos, su tránsito de público y popularidad exceptuando a los clones de ayer, hoy y siempre.
Pulgares abajo: Todos los caminos conducen a So'o, progresivamente. El intento de crear nuevos foros dentro del espacio cibernético nacional continúa sin ofrecer vanguardias, los foros que apenas ya respiran andan experimentando un deterioro despacioso aunque seguro, salvable a tiempo y a la postre llamativo. Como yo estoy en contra de todo oligopolio o monopolio, ojalá yerre, pero estoy presintiendo que las puertas del infierno web irán abriéndose para regalar vía libre a "la Radio" como única opción. Ojo que ya fue agarrapá en el pasado.
Anhelo confiar en el salvatore ingenio paraguayo one more time.
Mientras, que se desenvuelva no más la resurrección online de los tópicos so'oteriles.
Poema: El Canal de Panamá. Autora: Alma Pérez.
Llegó un hombre con visiones
y sin preámbulos comentó,
lo importante de una ruta
que acortase el camino,
y… a nativos convenció.
Luego… inmigraron anglosajones,
mestizos, mulatos, chinos,
indios, y africanos.
Iniciando labores…
Ferdinand de Lesseps;
célebre por méritos;
mentor de “El Canal Suez.”
Padeció el caballero…
inclemencias geológicas
precarias finanzas,
y por tanta adversidad;
regresa a Francia.
Llegan americanos…
con increíbles técnicas
y novedosos planos;
accediéndole derechos…
Ferdinand de Lesseps.
Setenta y cinco mil;
hombres y mujeres
perdieron… vidas,
sueños, bienes y amores.
Según historiadores
Cristóbal Colón
y Rodrigo de Bastidas;
iniciaron inquietudes
por una corta ruta,
de nuevas longitudes.
Hoy… mercaderes
recuerdan los de antaño,
aquellos caminos…
penosos y largos.
En todos los barcos
enarbolan banderas
airosas y bellas
de espléndidos mástiles.
Y así… “tres compuertas”…
con suaves oleajes…
que traen las brisas;
en mudo lenguaje
envían mensajes…
Pro-mundi y beneficio
“fe… Y fraternidad
paz y autonomía
en el canal de Panamá.
y sin preámbulos comentó,
lo importante de una ruta
que acortase el camino,
y… a nativos convenció.
Luego… inmigraron anglosajones,
mestizos, mulatos, chinos,
indios, y africanos.
Iniciando labores…
Ferdinand de Lesseps;
célebre por méritos;
mentor de “El Canal Suez.”
Padeció el caballero…
inclemencias geológicas
precarias finanzas,
y por tanta adversidad;
regresa a Francia.
Llegan americanos…
con increíbles técnicas
y novedosos planos;
accediéndole derechos…
Ferdinand de Lesseps.
Setenta y cinco mil;
hombres y mujeres
perdieron… vidas,
sueños, bienes y amores.
Según historiadores
Cristóbal Colón
y Rodrigo de Bastidas;
iniciaron inquietudes
por una corta ruta,
de nuevas longitudes.
Hoy… mercaderes
recuerdan los de antaño,
aquellos caminos…
penosos y largos.
En todos los barcos
enarbolan banderas
airosas y bellas
de espléndidos mástiles.
Y así… “tres compuertas”…
con suaves oleajes…
que traen las brisas;
en mudo lenguaje
envían mensajes…
Pro-mundi y beneficio
“fe… Y fraternidad
paz y autonomía
en el canal de Panamá.
miércoles, 29 de mayo de 2013
Poema: Ven conmigo. Autora: Claribel Alegría.
Ven conmigo
subamos al volcán
para llegar al cráter
hay que romper la niebla
allí adentro
en el cráter
burbujea la historia:
Atlacatl
Alvarado
Morazán
y Martí
y todo ese gran pueblo
que hoy apuesta.
Desciende por las nubes
hacia el juego de verdes
que cintila:
los amantes
la ceiba
el cafetal
mira los zopilotes
esperando el festín.
«Yo estuve mucho rato
en el chorro del río.»
explica la mujer
«un niño de cinco años
me pedía salir.
Cuando llegó el ejército
haciendo la barbarie
nosotros tratamos de arrancar.
Fue el catorce de mayo
cuando empezamos a correr.
Tres hijos me mataron
en la huida
al hombre mío
se lo llevaron amarrado.»
Por ellos llora la mujer
llora en silencio
con su hijo menor
entre los brazos.
«Cuando llegaron los soldados
yo me hacía la muerta
tenía miedo que mi cipote
empezara a llorar
y lo mataran.»
Consuela en susurros
a su niño
lo arrulla con su llanto
arranca hojas de un árbol
y le dice:
«mira hacia el sol
por esta hoja»
y el niño sonríe
y ella se cubre el rostro de hojas
para que él no llore
para que vea el mundo
a través de las hojas y no llore
mientras pasan los guardias
rastreando.
Cayó herida
entre dos peñas
junto al río Sumpul
allí quedó botada
con el niño que quiere
salir del agua
y con el suyo.
Las hormigas le suben
por las piernas
se tapa las piernas
con más hojas
y su niño sonríe
y el otro callado
la contempla
ha visto a los guardias
y no se atreve a hablar
a preguntar.
La mujer junto al río esperaba la muerte
no la vieron los guardias
y pasaron de largo
los niños no lloraron
fue la Virgen del Carmen
se repite en silencio
un zopilote arriba
hace círculos lentos
lo mira la mujer
y lo miran los niños
el zopilote baja
y no los ve
es la Virgen del Carmen
repite la mujer
el zopilote vuela
frente a ellos
con su carga de cohetes y los niños lo miran
y sonríen
da dos vueltas
y empieza a subir
me ha salvado la Virgen
exclama la mujer
y se cubre la herida
con más hojas
se ha vuelto transparente
se confunde su cuerpo con la tierra
y las hojas
es la tierra
es el agua
es el planeta
la madre tierra
húmeda
rezumando ternura
la madre tierra herida
mira esa grieta honda
que se le abre
la herida está sangrando
lanza lava el volcán
una lava rabiosa
amasada con sangre
se ha convertido en lava
nuestra historia
en pueblo incandescente
que se confunde con la tierra
en guerrilleros invisibles
que bajan en cascadas
transparentes
los guardias
no los ven
ni los ven los pilotos
que calculan los muertos
ni el estratega yanqui
que confía en sus zopilotes
artillados
ni los cinco cadáveres
de lentes ahumados
que gobiernan.
Son ciegos a la lava
al pueblo incandescente
a los guerrilleros disfrazados
de ancianos centinelas
y de niños correo
de responsables de tugurios
de seguridad
de curas conductores
de cuadros clandestinos
de pordioseros sucios
sentados en las gradas
de la iglesia
que vigilan la guardia.
La mujer de Sumpul
está allí con sus niños
uno duerme en sus brazos
y el otro camina.
Cuénteme lo que vio
le dice el periodista.
«Yo estuve mucho rato
en el chorro del río.»
Poema: La muerte verdadera. Autora: Waldina Mejía Medina.
Endurecí mis ojos para que ya no vieran
más pobreza
acallé mis oídos para que ya no oyera
más dolor
mutilé mis esperanzas para que ya no hablara más Justicia
emparedé mi alma para que ya no amara la Verdad
y cuando así maté lo más hermoso
me hice duro caucho
que no sonrió, no amó, ni siquiera lloró
mi propia muerte
porque la merecía
para siempre.
más pobreza
acallé mis oídos para que ya no oyera
más dolor
mutilé mis esperanzas para que ya no hablara más Justicia
emparedé mi alma para que ya no amara la Verdad
y cuando así maté lo más hermoso
me hice duro caucho
que no sonrió, no amó, ni siquiera lloró
mi propia muerte
porque la merecía
para siempre.
Poema: Crucé la frontera. Autora: Rigoberta Menchú Tum.
Crucé la frontera, amor,
no sé cuando volveré.
Tal vez cuando sea verano,
cuando abuelita luna y padre sol se saluden otra vez,
en una madrugada esclareciente,
festejados por todas las estrellas.
Anunciarán las primeras lluvias,
retoñarán los ayotes que sembró Víctor
en esa tarde que fue fusilado por militares,
florecerán los duraznales
y florecerán nuestros campos.
Sembraremos mucho maíz.
Maíz para todos los hijos de nuestra tierra.
Regresarán los enjambres de abejas
que huyeron
por tantas masacres y tanto terror.
Saldrán de nuevo de las manos
callosas tinajas
y más tinajas para cosechar la miel...
... volveré mañana, cuando mamá torturada
teja otro hupil multicolor
cuando papá quemado vivo madrugue otra vez,
para saludar el sol desde las cuatro esquinas
de nuestro ranchito...
no sé cuando volveré.
Tal vez cuando sea verano,
cuando abuelita luna y padre sol se saluden otra vez,
en una madrugada esclareciente,
festejados por todas las estrellas.
Anunciarán las primeras lluvias,
retoñarán los ayotes que sembró Víctor
en esa tarde que fue fusilado por militares,
florecerán los duraznales
y florecerán nuestros campos.
Sembraremos mucho maíz.
Maíz para todos los hijos de nuestra tierra.
Regresarán los enjambres de abejas
que huyeron
por tantas masacres y tanto terror.
Saldrán de nuevo de las manos
callosas tinajas
y más tinajas para cosechar la miel...
... volveré mañana, cuando mamá torturada
teja otro hupil multicolor
cuando papá quemado vivo madrugue otra vez,
para saludar el sol desde las cuatro esquinas
de nuestro ranchito...
Poema: Mi amor por ti es mucho más que amor. Autor: Roque Dalton.
Mi amor
por ti es mucho más que amor,
es algo que se amasa día a día,
es proyectar tu sombra junto a mí,
hacer con ellas una sola vida.
es algo que se amasa día a día,
es proyectar tu sombra junto a mí,
hacer con ellas una sola vida.
Las
miradas que ya al conocer
se hablan entre sí en la distancia,
no hacen falta palabras...qué más da!
si ya interpretamos lo que claman.
se hablan entre sí en la distancia,
no hacen falta palabras...qué más da!
si ya interpretamos lo que claman.
Los mil
detalles que tienes tú por mí,
mi descaro al advertir en lo que fallas,
el sincerarme cuando hay que decir
lo que sinceramente no se calla.
mi descaro al advertir en lo que fallas,
el sincerarme cuando hay que decir
lo que sinceramente no se calla.
Mi amor
por ti es mucho más que amor.
Mi amor por ti es como una nevada,
un torrente de luz, algo tan bello...
como ponerse el sol o amanecer el alba.
Mi amor por ti es como una nevada,
un torrente de luz, algo tan bello...
como ponerse el sol o amanecer el alba.
Poema: Guitarra. Autor: Nicolás Guillén.
Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.
Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.
¿Arde la guitarra sola?
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.
Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,
y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.
¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!
Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.
Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero. . .
Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.
Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.
¿Arde la guitarra sola?
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.
Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche,
y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.
¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo,
que no la deja!
Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto,
clave las uñas de amianto
sobre la vida.
Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero. . .
Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcohol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.
Mario Abdo
Se murió sin pagar por sus delitos como secretario privado de Stroessner durante 35 años.
No tengo la más pálida idea de cuánto le habrá durado ese chiste malísimo, pero apena que la vejez, la enfermedad, el aichinjáranga, la complicidad complaciente de muchísimos, el olvido y la impunidad lo hayan salvado de la justicia. Mientras tanto, los desaparecidos y las víctimas supervivientes, bien gracias.
No se fue como debía: tras las rejas. Sus chistes constituirán siempre una tortura psicológica para quienes en vida de él lo padecieron desde las mazmorras del stronato. Ni siquiera se arrepintió.
A su hijo Marito le pasa por el traste todo el pasado, total, quién le quita lo bailado. Si pide o no disculpas o perdón en nombre de su progenitor, será insuficiente. Lo ideal sería que devuelva toda apropiación ilícita llevada a cabo por Mario Senior, junto a toda su parentela, ya sea cercana o lejana. Un último recurso de amparo sobrante es otorgar credencial a la existencia de una justicia divina.
No tengo la más pálida idea de cuánto le habrá durado ese chiste malísimo, pero apena que la vejez, la enfermedad, el aichinjáranga, la complicidad complaciente de muchísimos, el olvido y la impunidad lo hayan salvado de la justicia. Mientras tanto, los desaparecidos y las víctimas supervivientes, bien gracias.
No se fue como debía: tras las rejas. Sus chistes constituirán siempre una tortura psicológica para quienes en vida de él lo padecieron desde las mazmorras del stronato. Ni siquiera se arrepintió.
A su hijo Marito le pasa por el traste todo el pasado, total, quién le quita lo bailado. Si pide o no disculpas o perdón en nombre de su progenitor, será insuficiente. Lo ideal sería que devuelva toda apropiación ilícita llevada a cabo por Mario Senior, junto a toda su parentela, ya sea cercana o lejana. Un último recurso de amparo sobrante es otorgar credencial a la existencia de una justicia divina.
martes, 28 de mayo de 2013
Poema: El silencio es un cuerpo. Autor: Miguel Fajardo Korea.
El silencio es un cuerpo
El silencio es el pecho.
Un cuerpo roto que suspira
con los desposeídos,
un cielo desnudo en la certeza
de la prisión.
El poema es camino.
El suplicio ante
los números en rojo, la deuda
externa que nadie condona
enceguece
la alegría de los niños.
La hora necesaria del amor.
El auxilio de la limosna o la piedad.
Las calles se pueblan:
¿Somos nosotros?
¿Serán los lisiados en huida?
¿Los sátrapas dándose al olvido?
Ante la amenaza de los genocidas
el pueblo no se rinde,
no se ha rendido nunca.
Poema: ¡Oh mar, no esperes más! Autora: Julia de Burgos.
Tengo caído el sueño
y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la ciudad del viento más triste y devastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y despedazándose.
Amapolas de luz,
mis manos fueron fértiles tentaciones
de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh mar, no esperes más!
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más!
Déjame amar tus brazos con la misma agonía
con que un día nací.
Dame tu pecho azul,
y seremos por siempre el corazón del llanto...
y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la ciudad del viento más triste y devastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y despedazándose.
Amapolas de luz,
mis manos fueron fértiles tentaciones
de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.
¡Oh mar, no esperes más!
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.
¡Oh mar, no esperes más!
Déjame amar tus brazos con la misma agonía
con que un día nací.
Dame tu pecho azul,
y seremos por siempre el corazón del llanto...
Poema: Dos cuerpos. Autor: Octavio Paz.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
Poema: Cisne de primavera. Autor: Charles Bukowski.
Cisne de primavera
También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.
También en primavera mueren los cisnes
y ahí flotaba
muerto un domingo
girando de lado
en la corriente
y fui hasta la rotonda
y distinguí
dioses en carros,
perros, mujeres que giraban,
y la muerte
se me precipitó garganta abajo
como un ratón,
y oí llegar a la gente
con sus canastos de camping y sus risas
y me sentí culpable
por el cisne
como si la muerte
fuese algo vergonzoso
y me alejé
como un idiota
y les dejé
mi hermoso cisne.
Poema: Cielo. Autor: Leonard Cohen.
Cielo
Los grandes pasan
pasan sin tocarse
pasan sin mirarse
cada uno sumido en el gozo
cada uno en su fuego
No tienen necesidad
el uno del otro
tienen la más profunda de las necesidades
Los grandes pasan
Registrados en algún cielo múltiple
grabados en alguna risa sin fin
pasan
como estrellas de diferentes estaciones
como meteoros de diferentes siglos
Fuego inalterado
por el fuego que pasa
risa inatacada
por el confort
se pasan los unos a los otros
sin tocarse sin mirarse
necesitando saber tan sólo
que los grandes pasan
Los grandes pasan
pasan sin tocarse
pasan sin mirarse
cada uno sumido en el gozo
cada uno en su fuego
No tienen necesidad
el uno del otro
tienen la más profunda de las necesidades
Los grandes pasan
Registrados en algún cielo múltiple
grabados en alguna risa sin fin
pasan
como estrellas de diferentes estaciones
como meteoros de diferentes siglos
Fuego inalterado
por el fuego que pasa
risa inatacada
por el confort
se pasan los unos a los otros
sin tocarse sin mirarse
necesitando saber tan sólo
que los grandes pasan
Poesía americana + Sorpresita
Por el momento, estoy realizando un homenaje personal e inédito a la poesía de la América toda.
Tanto autores conocidos como no y no tanto, así también facetas poéticas bootleg de afamados literatos que en la práctica fueron enaltecidos y se destacaron mayormente en la prosa que en el verso.
Ah! y antes de que me olvide, es más, doy un plus de adelanto: esta semana vuelvo al periodismo de entrevistas, acabada una pausa ni breve ni de letargo. Hasta ahí. En el curso de los días venideros he de publicar.
Tanto autores conocidos como no y no tanto, así también facetas poéticas bootleg de afamados literatos que en la práctica fueron enaltecidos y se destacaron mayormente en la prosa que en el verso.
Ah! y antes de que me olvide, es más, doy un plus de adelanto: esta semana vuelvo al periodismo de entrevistas, acabada una pausa ni breve ni de letargo. Hasta ahí. En el curso de los días venideros he de publicar.
lunes, 27 de mayo de 2013
Poema: Cuerpo de la amante. Autor: Jorge Carrera Andrade.
I
Pródigo cuerpo:
dios, animal dorado,
fiera de seda y sueño,
planta y astro.
Fuente encantada
en el desierto.
Arena soy: tu imagen
por cada poro bebo.
Ola redonda y lisa:
En tu cárcel de nardos
devoran las hormigas
mi piel de náufrago.
II
TU boca, fruta abierta
al besar brinda
perlas en un pocillo
de miel y guindas.
Mujer: antología
de frutas y de nidos,
leída y releída
con mis cinco sentidos.
III
NUCA:
escondite en el bosque,
liebre acurrucada
debajo de las flores,
en medio del torrente,
Alabastro lavado
mina
y colmena de mieles.
Nido
de nieves y de plumas.
Pan redondo
de una fiesta de albura.
IV
TU cuerpo eternamente está bañándose
en la cascada de tu cabellera,
agua lustral que baja
acariciando peñas.
La cascada quisiera ser un águila
pero sus finas alas desfallecen:
agonía de seda
sobre el desierto ardiente de tu espalda.
La cascada quisiera ser un árbol,
toda una selva en llamas
con sus lenguas lamiendo
tu armadura de plata
de joven combatiente victoriosa,
única soberana de la tierra.
Tu cuerpo se consume eternamente
entre las llamas de tu cabellera.
V
FRENTE: cántaro de oro,
lámpara en la nevada,
caracola de sueños
por la luna sellada.
Aprendiz de corola,
albergue de corales,
boca: gruta de un dios
de secretos panales.
VI
TU cuerpo es templo de oro,
catedral de amor
en donde entro de hinojos.
Esplendor entrevisto
de la verdad sin velos:
¡Qué profusión de lirios!
¡Cuántas secretas lámparas
bajo tu piel, esferas
pintadas por el alba!
Viviente, único templo:
La deidad y el devoto
suben juntos al cielo.
Pródigo cuerpo:
dios, animal dorado,
fiera de seda y sueño,
planta y astro.
Fuente encantada
en el desierto.
Arena soy: tu imagen
por cada poro bebo.
Ola redonda y lisa:
En tu cárcel de nardos
devoran las hormigas
mi piel de náufrago.
II
TU boca, fruta abierta
al besar brinda
perlas en un pocillo
de miel y guindas.
Mujer: antología
de frutas y de nidos,
leída y releída
con mis cinco sentidos.
III
NUCA:
escondite en el bosque,
liebre acurrucada
debajo de las flores,
en medio del torrente,
Alabastro lavado
mina
y colmena de mieles.
Nido
de nieves y de plumas.
Pan redondo
de una fiesta de albura.
IV
TU cuerpo eternamente está bañándose
en la cascada de tu cabellera,
agua lustral que baja
acariciando peñas.
La cascada quisiera ser un águila
pero sus finas alas desfallecen:
agonía de seda
sobre el desierto ardiente de tu espalda.
La cascada quisiera ser un árbol,
toda una selva en llamas
con sus lenguas lamiendo
tu armadura de plata
de joven combatiente victoriosa,
única soberana de la tierra.
Tu cuerpo se consume eternamente
entre las llamas de tu cabellera.
V
FRENTE: cántaro de oro,
lámpara en la nevada,
caracola de sueños
por la luna sellada.
Aprendiz de corola,
albergue de corales,
boca: gruta de un dios
de secretos panales.
VI
TU cuerpo es templo de oro,
catedral de amor
en donde entro de hinojos.
Esplendor entrevisto
de la verdad sin velos:
¡Qué profusión de lirios!
¡Cuántas secretas lámparas
bajo tu piel, esferas
pintadas por el alba!
Viviente, único templo:
La deidad y el devoto
suben juntos al cielo.
VII
TU cuerpo es un jardín, masa de flores
y juncos animados.
Dominio del amor: en sus collados
persigo los eternos resplandores.
Agua dorada, espejo ardiente y vivo
con palomas suspensas en su vuelo,
feudo de terciopelo,
paraíso nupcial, cielo cautivo.
Comarca de azucenas, patria pura
que mi mano recorre en un instante.
Mis labios en tu espejo palpitante
apuran manantiales de dulzura.
Isla para mis brazos nadadores,
santuario del suspiro:
Sobre tu territorio, amor, expiro
árbol estrangulado por las flores.
TU cuerpo es un jardín, masa de flores
y juncos animados.
Dominio del amor: en sus collados
persigo los eternos resplandores.
Agua dorada, espejo ardiente y vivo
con palomas suspensas en su vuelo,
feudo de terciopelo,
paraíso nupcial, cielo cautivo.
Comarca de azucenas, patria pura
que mi mano recorre en un instante.
Mis labios en tu espejo palpitante
apuran manantiales de dulzura.
Isla para mis brazos nadadores,
santuario del suspiro:
Sobre tu territorio, amor, expiro
árbol estrangulado por las flores.
Poema: Canto órfico. Autor: Carlos Drummond de Andrade
La danza ya no suena,
la música dejó de ser palabra,
el cántico creció del movimiento.
Orfeo, dividido, anda en busca
de esa unidad áurea que perdimos.
Mundo desintegrado, tu esencia
reside tal vez en la luz, más neutra ante los ojos
desaprendidos de ver; y bajo la piel,
¿qué turbia imporosidad nos limita?
De ti a ti, abismo; y en él, los ecos
de una prístina ciencia, ahora exangüe.
Ni tu cifra sabemos. Ni aun captándola
tuviéramos poder de penetrarte. Yerra el misterio
en torno de su núcleo. Y restan pocos
encantamientos válidos. Quizás
apenas uno y grave: en nosotros
tu ausencia retumba todavía, y nos estremecemos
una pérdida se forma de esas ganancias.
Tu medida, el silencio la ciñe, la esculpe casi,
brazos del no-saber. Oh fabuloso
udo paralítico sordo nato incógnito
la raíz de la mañana que tarda, y tarde,
do la línea del cielo en nosotros se esfuma,
tornándonos extranjeros más que extraños.
En el duelo de las horas, tu imagen
atraviesa membranas sin que la suerte
se decida a escoger. Las artes pétreas
recógense a sus tardos movimientos.
En vano: ellas no pueden ya.
Amplio vacío
un espacio estelar contempla signos
que se harán dulzura, convivencia,
espanto de existir, y mano anchurosa
recorriendo asombrada otro cuerpo.
La música se mece en lo posible,
en el finito redondo, donde se crispa
una agonía moderna. El canto es blanco,
huye a sí mismo, ¡vuelos! palmas lentas
sobre el océano estático: balanceo
del anca terrestre, segura de morir.
¡Orfeo, reúnete! llama tus dispersos
y conmovidos miembros naturales
y límpido reinaugura
el ritmo suficiente que, nostálgico,
en la nervadura de las hojas se limita,
cuando no forma en el aire, siempre estremecido,
una espera de fustes, sorprendida.
Orfeo, danos tu número
de oro, entre apariencias
que van del vano granito a la linfa irónica.
lntégranos, Orfeo, en otra más densa
atmósfera del verso antes del canto,
del verso universo, lancinante
en el primer silencio,
promesa del hombre, contorno aún improbable
de dioses por nacer, clara sospecha
de la luz en el cielo sin pájaros,
vacío musical a ser poblado
por el mirar de la sibila, circunspecto.
Orfeo, te llamamos, baja al tiempo
y escucha:
sólo al decir tu nombre, ya respira
la rosa trimegista, abierta al mundo.
la música dejó de ser palabra,
el cántico creció del movimiento.
Orfeo, dividido, anda en busca
de esa unidad áurea que perdimos.
Mundo desintegrado, tu esencia
reside tal vez en la luz, más neutra ante los ojos
desaprendidos de ver; y bajo la piel,
¿qué turbia imporosidad nos limita?
De ti a ti, abismo; y en él, los ecos
de una prístina ciencia, ahora exangüe.
Ni tu cifra sabemos. Ni aun captándola
tuviéramos poder de penetrarte. Yerra el misterio
en torno de su núcleo. Y restan pocos
encantamientos válidos. Quizás
apenas uno y grave: en nosotros
tu ausencia retumba todavía, y nos estremecemos
una pérdida se forma de esas ganancias.
Tu medida, el silencio la ciñe, la esculpe casi,
brazos del no-saber. Oh fabuloso
udo paralítico sordo nato incógnito
la raíz de la mañana que tarda, y tarde,
do la línea del cielo en nosotros se esfuma,
tornándonos extranjeros más que extraños.
En el duelo de las horas, tu imagen
atraviesa membranas sin que la suerte
se decida a escoger. Las artes pétreas
recógense a sus tardos movimientos.
En vano: ellas no pueden ya.
Amplio vacío
un espacio estelar contempla signos
que se harán dulzura, convivencia,
espanto de existir, y mano anchurosa
recorriendo asombrada otro cuerpo.
La música se mece en lo posible,
en el finito redondo, donde se crispa
una agonía moderna. El canto es blanco,
huye a sí mismo, ¡vuelos! palmas lentas
sobre el océano estático: balanceo
del anca terrestre, segura de morir.
¡Orfeo, reúnete! llama tus dispersos
y conmovidos miembros naturales
y límpido reinaugura
el ritmo suficiente que, nostálgico,
en la nervadura de las hojas se limita,
cuando no forma en el aire, siempre estremecido,
una espera de fustes, sorprendida.
Orfeo, danos tu número
de oro, entre apariencias
que van del vano granito a la linfa irónica.
lntégranos, Orfeo, en otra más densa
atmósfera del verso antes del canto,
del verso universo, lancinante
en el primer silencio,
promesa del hombre, contorno aún improbable
de dioses por nacer, clara sospecha
de la luz en el cielo sin pájaros,
vacío musical a ser poblado
por el mirar de la sibila, circunspecto.
Orfeo, te llamamos, baja al tiempo
y escucha:
sólo al decir tu nombre, ya respira
la rosa trimegista, abierta al mundo.
Poema: El scherzo matinal. Autor: Franz Tamayo.
3.
Nadie ha visto el milagro
Del primer día,
Cuando en el sutil agro
Amanecia!
Ojos huraños!
Esta aurora es la misma
que hace mil años!
5.
Llora perlas la vida
Cuando amanece,
Y en perlas guarnecida
Se desvanece!
Sólo es tesoro
El mar tumbante y púrpura
De eterno lloro!
11.
Velo de bruma rosa
Que el viento lleva
Descubre en cada cosa
Un alma nueva!
Y el oro leve
Del oriente encendido
La vida llueve!
10.
Al tiempo en que Las cosas
su luz reciben
o lóbregas o hermosas,
se dice: viven
porque encendidas
Las larvas de la muerte
son hechas vida!
51.
De verla el mar se comba
Como un camello
Y un himno en coda tromba
Da su resuello.
El monto hirsuto
Templa su horror y trémulo
Dora su luto.
55.
Cada pupila sella,
Espejo breve,
La eterna faz que en ella
Entra y se mueve.
Toda la esfera
En leve cerco vívido
Gira e impera!
Nadie ha visto el milagro
Del primer día,
Cuando en el sutil agro
Amanecia!
Ojos huraños!
Esta aurora es la misma
que hace mil años!
5.
Llora perlas la vida
Cuando amanece,
Y en perlas guarnecida
Se desvanece!
Sólo es tesoro
El mar tumbante y púrpura
De eterno lloro!
11.
Velo de bruma rosa
Que el viento lleva
Descubre en cada cosa
Un alma nueva!
Y el oro leve
Del oriente encendido
La vida llueve!
10.
Al tiempo en que Las cosas
su luz reciben
o lóbregas o hermosas,
se dice: viven
porque encendidas
Las larvas de la muerte
son hechas vida!
51.
De verla el mar se comba
Como un camello
Y un himno en coda tromba
Da su resuello.
El monto hirsuto
Templa su horror y trémulo
Dora su luto.
55.
Cada pupila sella,
Espejo breve,
La eterna faz que en ella
Entra y se mueve.
Toda la esfera
En leve cerco vívido
Gira e impera!
Poema: El Río de las Siete Estrellas (Canto al Orinoco). Autor: Andrés Eloy Blanco.
Una Pumé, la Hija de un Cacique Yaruro,
fue conmigo una noche, por las tierras
verdes, que hacen un río de verdura
entre el azul del Arauca y el azul del Meta.
Entre los gamelotes
nos echamos al suelo, coronados de yerbas
y allí, en mis brazos, casi se me murió de amores
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Quiero recordar un poco
aquella hora inmortal entre mis horas buenas:
Sobre la sabana los cocuyos
eran más que en el cielo las estrellas,
no había luna, pero estaba claro todo,
no sé si eras mi alma que alumbraba a la noche
o la noche que la alumbraba a ella;
estábamos ceñidos y hablábamos y el beso
y la palabra estaban empapados de promesas
y un soplo de mastranto ponía en las narices
ese amor primitivo del caballo y la yegua.
Ella me contaba historias
de su nación, leyenda
que se pierden entre los siglos
como raíces en la tierra,
pero de pronto me cayó en los brazos
y estaba urgente y mía, coronada de yerbas,
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Fue en el momento en que evocamos
al Orinoco de las Fuentes, al Orinoco de las Selvas,
al Orinoco de los saltos,
al de la erizada cabellera
que en la Fuente se alisa sus cabellos
y en Maipures se despeina;
y luego hablamos del Orinoco ancho,
el de Caicara que abanica la tierra,
y el del Torno y el Infierno
que al agua dulce junta un mal humor de piedras,
y ella quedó colgada de mis labios,
como Palabra de carne que hiciera vivo el Poema,
porque le dije, amigos, mi Parábola,
la Parábola del Orinoco,
la Parábola del Volcán y las Siete Estrellas.
Y fue así: La Parima era un volcán,
pero era al mismo tiempo un refugio de estrellas.
Por las mañanas, los luceros del cielo
se metían por su cráter,
y dormían todo el día en el centro de la Tierra.
Por las tardes, al llegar la noche,
el volcán vomitaba su brasero de estrellas
y quedaban prendidos en el cielo los astros
para llover de nuevo cuando el alba viniera.
Y un día llegó el primer llanto del Indio;
en la mañana del descubrimiento,
saltando de la proa de la carabela,
y del cielo de la raza en derrota
cayó al volcán la primera estrella;
otro día llegó la piedad del Evangelio
y del costado de Jesucristo, evaporada la tristeza,
cristalina de martirio e impetuosa de Conquista,
cayó la segunda estrella.
Después, recién nacida la Libertad,
en su primera hora de caminar por América,
desde los ojos de la República
cayó al volcán la lágrima de la tercera estrella.
Más tarde, en el Ocaso del primer balbuceo,
en el día rojo de La Puerta,
nevado del hielo mismo de la Muerte
cayó el diamante de la cuarta estrella;
Y en la mañana de la Ley,
cuando la antorcha de Angostura chisporroteó sobre la guerra,
despabilada de las luces mortales,
sobre el volcán cayó la quinta estrella.
Y en la noche del Delirio,
desprendida de Casacoima, Profetisa de la Tiniebla,
salida de la voluntad inmanente de Vivir,
estrella de los Magos, cayó la sexta estrella.
Y un día, en el día de los días, en Carabobo,
bajo el Sol de los soles, voló de la propia cabeza
del Hombre de cabeza estrellada como los cielos
y en el volcán de la Parima cayó la última estrella.
Pero ese mismo día
sobre la boca del volcán puso su mano la Tiniebla
y el cráter enmudeció para siempre
y las estrellas se quedaron en las entrañas de la Tierra.
Y allí fue una pugna de luz,
una lucha de mundos, un universo en guerra;
y en los costados de su tumba,
horadaban poco a poco su cauce las siete estrellas;
que si no iban hacia el cielo
se desbastaban con sus picos la trayectoria de las piedras.
Hasta que llegó una noche
en que rotos los músculos del gran pecho de tierra,
saltó de sus abismos, cayó en una cascada,
se abrió paso en la erizada floresta,
siguió el surco de las bajantes vírgenes,
torció hacia el Norte, solemnizado de selvas,
bramó en la convulsión de los saltos,
y se explayó por fin, de aguas serenas,
con la nariz tentada de una sed de llanuras,
hacia el Oriente de los sueños
el Orinoco de las Siete Estrellas.
fue conmigo una noche, por las tierras
verdes, que hacen un río de verdura
entre el azul del Arauca y el azul del Meta.
Entre los gamelotes
nos echamos al suelo, coronados de yerbas
y allí, en mis brazos, casi se me murió de amores
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Quiero recordar un poco
aquella hora inmortal entre mis horas buenas:
Sobre la sabana los cocuyos
eran más que en el cielo las estrellas,
no había luna, pero estaba claro todo,
no sé si eras mi alma que alumbraba a la noche
o la noche que la alumbraba a ella;
estábamos ceñidos y hablábamos y el beso
y la palabra estaban empapados de promesas
y un soplo de mastranto ponía en las narices
ese amor primitivo del caballo y la yegua.
Ella me contaba historias
de su nación, leyenda
que se pierden entre los siglos
como raíces en la tierra,
pero de pronto me cayó en los brazos
y estaba urgente y mía, coronada de yerbas,
cuando le dije la Parábola
del volcán y las siete estrellas.
Fue en el momento en que evocamos
al Orinoco de las Fuentes, al Orinoco de las Selvas,
al Orinoco de los saltos,
al de la erizada cabellera
que en la Fuente se alisa sus cabellos
y en Maipures se despeina;
y luego hablamos del Orinoco ancho,
el de Caicara que abanica la tierra,
y el del Torno y el Infierno
que al agua dulce junta un mal humor de piedras,
y ella quedó colgada de mis labios,
como Palabra de carne que hiciera vivo el Poema,
porque le dije, amigos, mi Parábola,
la Parábola del Orinoco,
la Parábola del Volcán y las Siete Estrellas.
Y fue así: La Parima era un volcán,
pero era al mismo tiempo un refugio de estrellas.
Por las mañanas, los luceros del cielo
se metían por su cráter,
y dormían todo el día en el centro de la Tierra.
Por las tardes, al llegar la noche,
el volcán vomitaba su brasero de estrellas
y quedaban prendidos en el cielo los astros
para llover de nuevo cuando el alba viniera.
Y un día llegó el primer llanto del Indio;
en la mañana del descubrimiento,
saltando de la proa de la carabela,
y del cielo de la raza en derrota
cayó al volcán la primera estrella;
otro día llegó la piedad del Evangelio
y del costado de Jesucristo, evaporada la tristeza,
cristalina de martirio e impetuosa de Conquista,
cayó la segunda estrella.
Después, recién nacida la Libertad,
en su primera hora de caminar por América,
desde los ojos de la República
cayó al volcán la lágrima de la tercera estrella.
Más tarde, en el Ocaso del primer balbuceo,
en el día rojo de La Puerta,
nevado del hielo mismo de la Muerte
cayó el diamante de la cuarta estrella;
Y en la mañana de la Ley,
cuando la antorcha de Angostura chisporroteó sobre la guerra,
despabilada de las luces mortales,
sobre el volcán cayó la quinta estrella.
Y en la noche del Delirio,
desprendida de Casacoima, Profetisa de la Tiniebla,
salida de la voluntad inmanente de Vivir,
estrella de los Magos, cayó la sexta estrella.
Y un día, en el día de los días, en Carabobo,
bajo el Sol de los soles, voló de la propia cabeza
del Hombre de cabeza estrellada como los cielos
y en el volcán de la Parima cayó la última estrella.
Pero ese mismo día
sobre la boca del volcán puso su mano la Tiniebla
y el cráter enmudeció para siempre
y las estrellas se quedaron en las entrañas de la Tierra.
Y allí fue una pugna de luz,
una lucha de mundos, un universo en guerra;
y en los costados de su tumba,
horadaban poco a poco su cauce las siete estrellas;
que si no iban hacia el cielo
se desbastaban con sus picos la trayectoria de las piedras.
Hasta que llegó una noche
en que rotos los músculos del gran pecho de tierra,
saltó de sus abismos, cayó en una cascada,
se abrió paso en la erizada floresta,
siguió el surco de las bajantes vírgenes,
torció hacia el Norte, solemnizado de selvas,
bramó en la convulsión de los saltos,
y se explayó por fin, de aguas serenas,
con la nariz tentada de una sed de llanuras,
hacia el Oriente de los sueños
el Orinoco de las Siete Estrellas.
Carta a mi papá
Autor: José Pablo Frete Yódice, Marzo 2012
* Prohibido plagiar
Celso Frete Fernández 1947 – Martes 17 de Octubre de 2000
Hola padre querido. Soy tu único hijo José Pablo, escribiéndote desde la Tierra a la cual perteneciste y me hiciste merecer habitar, así como tú, y al que elegiste bautizar con mamá, vos con el nombre de José, tu papi que te crió la mayor parte de tu vida, mi abuelito paterno. Y ella, poniéndome Pablo, por su progenitor, mi entrañable abuelo materno. Esta carta, sea donde sea que te encuentres, sin falta va a llegarte al corazón y a través del calor de mi espíritu para con tu alma salvada. Porque te fuiste en el año 2000, año del Jubileo católico. Y quienes murieron en cualquiera de las fechas de ese año, tienen al respecto una indulgencia plenaria muy especial: sus almas salvadas de inmediato. Nunca antes me puse a pensar en escribírtela, puesto que ya no estás con nosotros, tampoco quiero decir que falleciste por completo, sino que tuviste una mudanza temporal. La mayoría nos dejamos llevar por ciertos pecados desafiantes a Dios mediante el habla, esa vez que conocimos la triste noticia, sin comprender ni intentar aceptar la voluntad de Dios. Cayendo en la contradicción de no cumplir con una parte de la oración del Padre Nuestro –“hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo”, pese a ser frecuentemente rezada en tus exequias. Ahora que te escribo, no sé si he saldado una deuda. Dejo a cargo de las personas a las que les toque leer esta carta, además de ti. Como mucha gente, detesto el tributo postmortem. Hubiera sido mejor en vida, mas no tenía la edad suficiente para agradecerte por tantas cosas, difícil de enumerarlas en importancia y de recordar todo lo sucedido en 10 años de convivencia contigo. Mi psicóloga me animó a hacer este cumplido. Nadie previamente me dio tal idea. Con suma honestidad, estos párrafos no me debilitan en absoluto la sensibilidad como para echarme a llorar, tan sólo me hacen cada vez más fuerte sobre todo sabiendo que pasan las hojas del calendario muy rápidas, sucediéndose unas a otras, entre vejentudes, vejeces y juventudes, y yo aquí sigo huérfano en pie sobrellevando tu ausencia, acompañando a mi viuda madre, tu único gran amor de toda la vida, y a tu cuñada, mi tía. Nos sentimos en soledad muchas veces (otras no) desde hace 12 años y la cuenta va a seguir, pero el motivo por el cual continuamos andando es nada más y nada menos que la creencia en el Dios y en la Virgen que te llamaron para acabar con tus padecimientos terrenales. Te llevo en lo más profundo de mí, como heredero de un sello característico de la familia a la que me dejaste con sus respectivas riendas. No pudiste dejarme nada material, es lo que menos importa, en absoluto. Me dejaste una meta: terminar una, empezar otra y así ir escalando metas hasta que me canse o por voluntad propia me retire y pase a descansar y aguarde ser convocado para reencontrarme con vos, luego de varios años de no sentir un gran abrazo como el último que te di, un beso, una bendición, compartir lágrimas, dolores, risas, sonrisas y demás imágenes que mi memoria guardó para siempre. Perdón por mucho. Perdón por mucho sufrir que pasamos y que le hice pasar a mamá y a las tías, tus cuñadas, con sus consecuentes secuelas debido a tu partida. Sé que nos cuesta de la noche a la mañana reponernos. Volveremos a estar mejor. Perdón por realizar lo presente siendo demasiado tarde, me entenderás por supuesto. Gracias por bautizarme como católico. Gracias por incentivarme bastante actividad recreativa durante mi infancia. Gracias por hacerme alumno del colegio Monseñor Lasagna y olimpista. Por establecerme un tiempo para lo que fuese juego, y otro para lo que fuera estudio. Gracias por aquellas salidas los fines de semana por el centro de ciudad capital, los paseos en tranvía y tren, por permitirme ayudarte en la venta de cloro, por lo que me enseñaste para aprender, practicar y, a la postre, aplicarlo en mis enseñanzas para los que van a ser futuros nietos tuyos, los mismos que deseo solemnemente lo hagan de igual modo que yo, a los bisnietos, a posteriori a los tataranietos y así hasta que todos y todas nos veamos en un mundo diferente bajo el manto protector de Jesucristo. Te prometo que no te llorarán más, pues jamás me gustó llorar ni que las personas lloren. Te prometo que te recordarán con alegría.
Te amo papito
Tu hijo único, José Pablo Frete Yódice
Martes 6 de Marzo de 2012
* Prohibido plagiar
Celso Frete Fernández 1947 – Martes 17 de Octubre de 2000
Hola padre querido. Soy tu único hijo José Pablo, escribiéndote desde la Tierra a la cual perteneciste y me hiciste merecer habitar, así como tú, y al que elegiste bautizar con mamá, vos con el nombre de José, tu papi que te crió la mayor parte de tu vida, mi abuelito paterno. Y ella, poniéndome Pablo, por su progenitor, mi entrañable abuelo materno. Esta carta, sea donde sea que te encuentres, sin falta va a llegarte al corazón y a través del calor de mi espíritu para con tu alma salvada. Porque te fuiste en el año 2000, año del Jubileo católico. Y quienes murieron en cualquiera de las fechas de ese año, tienen al respecto una indulgencia plenaria muy especial: sus almas salvadas de inmediato. Nunca antes me puse a pensar en escribírtela, puesto que ya no estás con nosotros, tampoco quiero decir que falleciste por completo, sino que tuviste una mudanza temporal. La mayoría nos dejamos llevar por ciertos pecados desafiantes a Dios mediante el habla, esa vez que conocimos la triste noticia, sin comprender ni intentar aceptar la voluntad de Dios. Cayendo en la contradicción de no cumplir con una parte de la oración del Padre Nuestro –“hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo”, pese a ser frecuentemente rezada en tus exequias. Ahora que te escribo, no sé si he saldado una deuda. Dejo a cargo de las personas a las que les toque leer esta carta, además de ti. Como mucha gente, detesto el tributo postmortem. Hubiera sido mejor en vida, mas no tenía la edad suficiente para agradecerte por tantas cosas, difícil de enumerarlas en importancia y de recordar todo lo sucedido en 10 años de convivencia contigo. Mi psicóloga me animó a hacer este cumplido. Nadie previamente me dio tal idea. Con suma honestidad, estos párrafos no me debilitan en absoluto la sensibilidad como para echarme a llorar, tan sólo me hacen cada vez más fuerte sobre todo sabiendo que pasan las hojas del calendario muy rápidas, sucediéndose unas a otras, entre vejentudes, vejeces y juventudes, y yo aquí sigo huérfano en pie sobrellevando tu ausencia, acompañando a mi viuda madre, tu único gran amor de toda la vida, y a tu cuñada, mi tía. Nos sentimos en soledad muchas veces (otras no) desde hace 12 años y la cuenta va a seguir, pero el motivo por el cual continuamos andando es nada más y nada menos que la creencia en el Dios y en la Virgen que te llamaron para acabar con tus padecimientos terrenales. Te llevo en lo más profundo de mí, como heredero de un sello característico de la familia a la que me dejaste con sus respectivas riendas. No pudiste dejarme nada material, es lo que menos importa, en absoluto. Me dejaste una meta: terminar una, empezar otra y así ir escalando metas hasta que me canse o por voluntad propia me retire y pase a descansar y aguarde ser convocado para reencontrarme con vos, luego de varios años de no sentir un gran abrazo como el último que te di, un beso, una bendición, compartir lágrimas, dolores, risas, sonrisas y demás imágenes que mi memoria guardó para siempre. Perdón por mucho. Perdón por mucho sufrir que pasamos y que le hice pasar a mamá y a las tías, tus cuñadas, con sus consecuentes secuelas debido a tu partida. Sé que nos cuesta de la noche a la mañana reponernos. Volveremos a estar mejor. Perdón por realizar lo presente siendo demasiado tarde, me entenderás por supuesto. Gracias por bautizarme como católico. Gracias por incentivarme bastante actividad recreativa durante mi infancia. Gracias por hacerme alumno del colegio Monseñor Lasagna y olimpista. Por establecerme un tiempo para lo que fuese juego, y otro para lo que fuera estudio. Gracias por aquellas salidas los fines de semana por el centro de ciudad capital, los paseos en tranvía y tren, por permitirme ayudarte en la venta de cloro, por lo que me enseñaste para aprender, practicar y, a la postre, aplicarlo en mis enseñanzas para los que van a ser futuros nietos tuyos, los mismos que deseo solemnemente lo hagan de igual modo que yo, a los bisnietos, a posteriori a los tataranietos y así hasta que todos y todas nos veamos en un mundo diferente bajo el manto protector de Jesucristo. Te prometo que no te llorarán más, pues jamás me gustó llorar ni que las personas lloren. Te prometo que te recordarán con alegría.
Te amo papito
Tu hijo único, José Pablo Frete Yódice
Martes 6 de Marzo de 2012
domingo, 26 de mayo de 2013
Poema: Y el pan nuestro. Autor: Juan Carlos Onetti.
Sólo conozco de ti
la sonrisa gioconda
con labios separados
el misterio
mi terca obsesión
de desvelarlo
y avanzar porfiado
y sorprendido
tanteando tu pasado
Sólo conozco
la dulce leche de tus dientes
la leche plácida y burlona
que me separa
y para siempre
del paraíso imaginado
del imposible mañana
de paz y dicha silenciosa
de abrigo y pan compartido
de algún objeto cotidiano
que yo pudiera llamar
nuestro
la sonrisa gioconda
con labios separados
el misterio
mi terca obsesión
de desvelarlo
y avanzar porfiado
y sorprendido
tanteando tu pasado
Sólo conozco
la dulce leche de tus dientes
la leche plácida y burlona
que me separa
y para siempre
del paraíso imaginado
del imposible mañana
de paz y dicha silenciosa
de abrigo y pan compartido
de algún objeto cotidiano
que yo pudiera llamar
nuestro
Poema: Entre el dolor y el placer. Autor: César Vallejo.
Entre el dolor y el placer median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente, el día
conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.
(Poemas humanos, París, 1939)
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente, el día
conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
Al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.
(Poemas humanos, París, 1939)
Poema: El espejo de agua. Autor: Vicente Huidobro.
Mi espejo, corriente por las noches,
Se hace arroyo y se aleja de mi cuarto.
Mi espejo, más profundo que el orbe
Donde todos los cisnes se ahogaron.
Es un estanque verde en la muralla
Y en medio duerme tu desnudez anclada.
Sobre sus olas, bajo cielos sonámbulos,
Mis ensueños se alejan como barcos.
De pie en la popa siempre me veréis cantando.
Una rosa secreta se hincha en mi pecho
Y un ruiseñor ebrio aletea en mi dedo.
Se hace arroyo y se aleja de mi cuarto.
Mi espejo, más profundo que el orbe
Donde todos los cisnes se ahogaron.
Es un estanque verde en la muralla
Y en medio duerme tu desnudez anclada.
Sobre sus olas, bajo cielos sonámbulos,
Mis ensueños se alejan como barcos.
De pie en la popa siempre me veréis cantando.
Una rosa secreta se hincha en mi pecho
Y un ruiseñor ebrio aletea en mi dedo.
'Poema desde un caracol' Autor: Gabriel García Márquez
Yo he visto el mar. Pero no era
El mar retórico con mástiles
Y marineros amarrados
A una leyenda de cantares.
Ni el verde mar cosmopolita
—mar de Babel— de las ciudades,
que nunca tuvo unas ventanas
para el lucero de la tarde.
Ni el mar de Ulises que tenía
Siete sirenas musicales
Cual siete islas rodeadas
De música por todas partes.
Ni el mar inútil que regresa
Con una carga de paisajes
Para que siempre sea octubre
En el sueño de los alcatraces.
Ni el mar bohemio con un puerto
Y un marinero delirante
Que perdiera su corazón
En una partida de naipes.
Ni el mar que rompe contra el muelle
Una canción irremediable
Que llega al pecho de los días
Sin emoción, como un tatuaje.
Ni el mar puntual que siempre tiene
Un puerto para cada viaje
Donde el amor se vuelve vida
Como en el vientre de una madre.
Que era mi mar el mar eterno,
Mar de la infancia, inolvidable,
Suspendido de nuestro sueño
Como una paloma en el aire.
Era el mar de la geografía
De los pequeños estudiantes,
Que aprendimos a navegar
En los mapas elementales.
Era el mar de los caracoles,
Mar prisionero, mar distante,
Que llevábamos en el bolsillo
Como un juguete a todas partes.
El mar azul que nos miraba,
Cuando era nuestra edad tan frágil
Que se doblaba bajo el peso
De los castillos en el aire.
Y era el mar del primer amor
En unos ojos otoñales.
Un día quise ver el mar
—mar de la infancia— y ya era tarde.
Poema: La creciente. Autor: Álvaro Mutis
Al amanecer crece el río, retumban en el alba los enormes troncos que vienen del páramo.
Sobre el lomo de las pardas aguas bajan naranjas maduras, terneros con la boca bestialmente abierta, techos pajizos, loros que chillan sacudidos bruscamente por los remolinos.
Me levanto y bajo hasta el puente. Recostado en la baranda de metal rojizo, miro pasar el desfile abigarrado. Espero un milagro que nunca viene.
Tras el agua de repente enriquecida con dones fecundísimos se va mi memoria.
Transito los lugares frecuentados por los adoradores del cedro balsámico, recorro perfumes, casas abandonadas, hoteles visitados en la infancia, sucias estaciones de ferrocarril, salas de espera.
Todo llega a la tierra caliente empujado por las aguas del río que sigue creciendo: la alegría de los carboneros, el humo de los alambiques, la canción de las tierras altas, la niebla que exorna los caminos, el vaho que despiden los bueyes, la plena, rosada y prometedora ubre de las vacas.
Voces angustiadas comentan el paso de cadáveres, monturas, animales con la angustia pegada en los ojos.
Los murciélagos que habitan la Cueva del Duende huyen lanzando agudos gritos y van a colgarse a las ramas de los guamos o a prenderse de los troncos de los cámbulos. Los espanta la presencia ineluctable y pasmosa del hediondo barro que inunda su morada. Sin dejar de gritar, solicitan la noche en actitud hierática.
El rumor del agua se apodera del corazón y lo tumba contra el viento. Torna la niñez...
¡Oh juventud pesada como un manto!
La espesa humareda de los años perdidos esconde un puñado de cenizas miserables.
La frescura del viento que anuncia la tarde, pasa velozmente por encima de nosotros y deja su huella opulenta en los árboles de la «cuchilla».
Llega la noche y el río sigue gimiendo al paso arrollador de su innúmera carga.
El olor a tierra maltratada se apodera de todos los rincones de la casa y las maderas crujen blandamente.
De cuando en cuando, un árbol gigantesco que viajara toda la noche, anuncia su paso al golpear sonoramente contra las piedras. Hace calor y las sábanas se pegan al cuerpo. Con el sueño a cuestas, tomo de nuevo el camino hacia lo inesperado en compañía de la creciente que remueve para mí los más escondidos frutos de la tierra.
Sobre el lomo de las pardas aguas bajan naranjas maduras, terneros con la boca bestialmente abierta, techos pajizos, loros que chillan sacudidos bruscamente por los remolinos.
Me levanto y bajo hasta el puente. Recostado en la baranda de metal rojizo, miro pasar el desfile abigarrado. Espero un milagro que nunca viene.
Tras el agua de repente enriquecida con dones fecundísimos se va mi memoria.
Transito los lugares frecuentados por los adoradores del cedro balsámico, recorro perfumes, casas abandonadas, hoteles visitados en la infancia, sucias estaciones de ferrocarril, salas de espera.
Todo llega a la tierra caliente empujado por las aguas del río que sigue creciendo: la alegría de los carboneros, el humo de los alambiques, la canción de las tierras altas, la niebla que exorna los caminos, el vaho que despiden los bueyes, la plena, rosada y prometedora ubre de las vacas.
Voces angustiadas comentan el paso de cadáveres, monturas, animales con la angustia pegada en los ojos.
Los murciélagos que habitan la Cueva del Duende huyen lanzando agudos gritos y van a colgarse a las ramas de los guamos o a prenderse de los troncos de los cámbulos. Los espanta la presencia ineluctable y pasmosa del hediondo barro que inunda su morada. Sin dejar de gritar, solicitan la noche en actitud hierática.
El rumor del agua se apodera del corazón y lo tumba contra el viento. Torna la niñez...
¡Oh juventud pesada como un manto!
La espesa humareda de los años perdidos esconde un puñado de cenizas miserables.
La frescura del viento que anuncia la tarde, pasa velozmente por encima de nosotros y deja su huella opulenta en los árboles de la «cuchilla».
Llega la noche y el río sigue gimiendo al paso arrollador de su innúmera carga.
El olor a tierra maltratada se apodera de todos los rincones de la casa y las maderas crujen blandamente.
De cuando en cuando, un árbol gigantesco que viajara toda la noche, anuncia su paso al golpear sonoramente contra las piedras. Hace calor y las sábanas se pegan al cuerpo. Con el sueño a cuestas, tomo de nuevo el camino hacia lo inesperado en compañía de la creciente que remueve para mí los más escondidos frutos de la tierra.
sábado, 25 de mayo de 2013
Poemas de Augusto Roa Bastos IV
VÉRTIGO
Llama en el aire ciego.
Luz en la altura, sombra en el vacío.
Brizna incendiada, brizna temblorosa
sobre el abismo.
...¿Quién te sustenta a tí, carne alanceada,
corazón de rocío,
crucificada en los maderos altos
de tu nocturno grito?
La mano del abismo.
¿Sobre qué alas tu voz, tu voz que ya semeja
cilicio del sonido,
lleva entre el viento oscuro de la vida
su perfume de nido,
su congoja hechizada,
su hechizado gemido?
Las alas del abismo te sostienen,
las negras alas del abismo.
Y tu frente, ¿en qué nube
reposa, en qué tañido
de campanas de niebla, peregrinas,
sostienes tu latido?
Sobre la lengua del abismo,
nube y campana oscura de Dios mismo.
Cierro los ojos.
Escúchote a lo lejos. Te diviso
detrás de las colinas transparentes
que el tiempo alza en los valles del olvido,
y estás allí dormida
sobre el heno dorado de Dios mismo;
sobre el heno dorado de Dios mismo;
luna el pan de tu cuerpo entre las manos
de un ángel pensativo,
desencarnada y llama pura ardiendo,
guiño de sol, llama del viento peregrino
que te arrancó en su música
del flanco del abismo
y te llevó en la música a Dios mismo.
(1947)
Llama en el aire ciego.
Luz en la altura, sombra en el vacío.
Brizna incendiada, brizna temblorosa
sobre el abismo.
...¿Quién te sustenta a tí, carne alanceada,
corazón de rocío,
crucificada en los maderos altos
de tu nocturno grito?
La mano del abismo.
¿Sobre qué alas tu voz, tu voz que ya semeja
cilicio del sonido,
lleva entre el viento oscuro de la vida
su perfume de nido,
su congoja hechizada,
su hechizado gemido?
Las alas del abismo te sostienen,
las negras alas del abismo.
Y tu frente, ¿en qué nube
reposa, en qué tañido
de campanas de niebla, peregrinas,
sostienes tu latido?
Sobre la lengua del abismo,
nube y campana oscura de Dios mismo.
Cierro los ojos.
Escúchote a lo lejos. Te diviso
detrás de las colinas transparentes
que el tiempo alza en los valles del olvido,
y estás allí dormida
sobre el heno dorado de Dios mismo;
sobre el heno dorado de Dios mismo;
luna el pan de tu cuerpo entre las manos
de un ángel pensativo,
desencarnada y llama pura ardiendo,
guiño de sol, llama del viento peregrino
que te arrancó en su música
del flanco del abismo
y te llevó en la música a Dios mismo.
(1947)
Poemas de Augusto Roa Bastos III
TABERNÁCULO DEL AIRE
El vértice del aire y del gusano
con su guerra de penumbra y de sol es el Hombre.
Como el almendro herido de amanecer y lluvia,
como el cereal latido de las parvas.
Para sus lupanares ácidos el gusano,
para su troje opaca, trabaja sordamente
en la estirpe de cal de nuestros sueños,
guardián anticipado, topo de nuestro nombre.
Pero el aire en sus altas moradas transparentes
baja desde las cumbres como un corzo de luna,
con sus iluminadas caracolas de nieve,
a llevarse en sus ágiles danzas el halo antiguo
de nuestra incorruptible y heredada hermosura.
Si el gusano defiende sus estratos de hueso,
su cuévano de escorias,
remolcará en los aires el aire mi vigilia,
mi soledad, mi lumbre, mi nostalgia de cielo,
sobre un tornasolado sostén de mariposas,
sobre la voz ondeante del almendro y del trigo,
sobre el inaugurado resplandor de la harina
que amanece en los labios del hombre cuando apenas
la tierra es ya un distante torbellino de larvas...
Sobre la subterránea senectud del gusano
forja su anillo de oro, tiende su voz el aire.
Y así, cuando a la verde colina de la infancia,
mirando al cielo trémulos como el agua dormida,
retornan nuestros ojos a quedarse en silencio,
el aire es ya una escala que remonta la ardiente
Ciudadela de Dios.
Poemas de Augusto Roa Bastos II
ÓYEME DESDE LEJOS
... Y no me esperes, corazón. Olvida
la morosa costumbre del camino
que a los rosales ígneos de la noche,
con brújula de cantos nos llevaba...
Ya escucho cómo crece
la soledad y el río,
y el páramo que llora
con aterida música de pájaros
muertos antes del alba.
De nada le valió que sobre el trémulo
laberinto de mis venas azules
como un grito rebelde, tan solo grito,
se encendiera tu nombre.
Rodó en la espuma el grito ensangrentado
y el viento herido se alejó llorando.
¡Cómo sube la niebla
por los delgados hilos de mi sangre!
Pronto serán mis labios
una humedad remota de palabras,
y mis ojos carbonos de silencio,
y mis brazos dos llamas amarillas
que abrazaran canciones disecadas
con ceniza de olvido...
Oyeme desde lejos;
y que mi voz se apague poco a poco,
y se disipe al fin como esa brizna
conque el humo se acaba cuando el fuego
le van tirando tierra...
Sigue tú sola. Y si la noche es clara
y si es delgado el aire
y no lo empañan tumbas de suspiros,
ni lo humedecen las lágrimas,
ni lo impregnan aromas mortuorios,
sobre el pulido canto del sendero.
Junto a la sombra del perfil nevado
que de tu cuerpo esculpirá la luna,
florecerá otra vez mi sombra ausente.
Y en los rosales ígneos de la noche,
con el Sur en tinieblas
y el Norte envuelto en estelaria llama
oscilará la brújula del canto
con nuevo ritmo, y se abrirá hacia el alba
para ti y mi recuerdo
la luz de un horizonte innumerable.
Poemas de Augusto Roa Bastos
SI ALGUNA VEZ
Si alguna vez quisieras hablarme, yo estaría
con mi ser aquietado más que un agua nocturna
para la ondulación de tus palabras.
Estaría en la noche sintiendo cómo el roce
de tu voz sobre el alma del silencio me nombra,
¡y yo sin saber dónde arrodillarme...!
Vértebras de caricias reanimarán mis horas.
Palabras con sus bordes tatuados de ternura,
y entre un presagio y un temor, tú misma.
Háblame. Mírame. Tus voces, tu mirada,
desarmarán mis párpados y mi arteria de sombras,
y en ámbitos de un hielo estupefacto,
por liturgia del fuego, mi rosa envenenada.
Será otra vez la lumbre de un corazón más joven.
(Enero, 1942)
Actor, libretista y alguna vez director
En Diciembre de 1990, poco antes de la Navidad, mi madre me llevó al viejo Hospital de Clínicas, contando apenas con 4 meses de vida, para encarnar al niño Jesús en un pesebre viviente a beneficio de la capilla y del hospital, al unísono.
Si no fuera por mamá, en la puta vida me hubiera enterado porque papá en vida no me lo contó.
Tal vez no lo supo o se habrá olvidado. En fin. Qué más da. Por sentido común no recuerdo esa experiencia aunque me imagino que aparte de 'chulina' habrá sido algo histórico en lo personal, en lo familiar y en lo vivencial para mi alrededor. Era algo primerizo como para empezar a anotar en mi currículum como ser humano. La primera actividad de tantas que vinieron después para mí: ser un bebé actor de teatro.
Tuvieron que pasar 11 años para que vuelva el teatro a interesarme, esta vez voluntariamente y a sabiendas, of course. En 2001, me había mudado de escuela. Pasé a una institución educativa cristiana menonita y uno de sus escasísimos aportes significativos para el bien mío fue que tenía clases de teatro y no solamente volví a actuar hasta 2004, último año en el cual estuve ahí por suerte, sino que comencé a escribir mis primeras obras de teatro de un modo que consideré vistoso y original.
Como hace rato no escribo temática ligada a las tablas, hablaré mante en tiempo pasado. A la hora de escribir una obra teatral, no me basaba en experiencias personales, sino que me dejaba llevar por la imaginación. Siempre perseguí la originalidad en el contenido de mis escritos para que ella luego me persiga y así en un jueguito de "dame que te doy". Empezaba con lo que sabía: la ensayística. La trama y los personajes los hacía a manera de ensayo, describiéndolos, analizándolos. Como un crítico bipolar tendiente al titiritero perverso sin caer en la contradicción, por lo perfeccionista que es o trata por lo menos.
Después toda esta cuestión de la intro, el nudo y desenlace pasaban al rango de monólogo, luego a la categoría de poemas, a posteriori adquirían tono de cuento mezclado con cine y filosofía para terminar convirtiéndose en el objetivo real, la forma adecuada desde la intención: una obra de teatro. Les parecerá un proceso complejo y nada corto de realizar y/o comprender, pero más bola imposible, porque, para quien escribe las presentes líneas retrospectivas, desarrollar aquello resultaba mucho, muchísimo más fácil que robar libros de la feria del libro allá en la esquina de Martel inside Mariscal López Shopping, cosa que en particular no me da el cuero porque si de mi voluntad y mi alcance dependiesen, me apoderaría de todos los libros existentes y extraviados acá donde vivimos y en vaya a saber dónde más.
Si no fuera por mamá, en la puta vida me hubiera enterado porque papá en vida no me lo contó.
Tal vez no lo supo o se habrá olvidado. En fin. Qué más da. Por sentido común no recuerdo esa experiencia aunque me imagino que aparte de 'chulina' habrá sido algo histórico en lo personal, en lo familiar y en lo vivencial para mi alrededor. Era algo primerizo como para empezar a anotar en mi currículum como ser humano. La primera actividad de tantas que vinieron después para mí: ser un bebé actor de teatro.
Tuvieron que pasar 11 años para que vuelva el teatro a interesarme, esta vez voluntariamente y a sabiendas, of course. En 2001, me había mudado de escuela. Pasé a una institución educativa cristiana menonita y uno de sus escasísimos aportes significativos para el bien mío fue que tenía clases de teatro y no solamente volví a actuar hasta 2004, último año en el cual estuve ahí por suerte, sino que comencé a escribir mis primeras obras de teatro de un modo que consideré vistoso y original.
Como hace rato no escribo temática ligada a las tablas, hablaré mante en tiempo pasado. A la hora de escribir una obra teatral, no me basaba en experiencias personales, sino que me dejaba llevar por la imaginación. Siempre perseguí la originalidad en el contenido de mis escritos para que ella luego me persiga y así en un jueguito de "dame que te doy". Empezaba con lo que sabía: la ensayística. La trama y los personajes los hacía a manera de ensayo, describiéndolos, analizándolos. Como un crítico bipolar tendiente al titiritero perverso sin caer en la contradicción, por lo perfeccionista que es o trata por lo menos.
Después toda esta cuestión de la intro, el nudo y desenlace pasaban al rango de monólogo, luego a la categoría de poemas, a posteriori adquirían tono de cuento mezclado con cine y filosofía para terminar convirtiéndose en el objetivo real, la forma adecuada desde la intención: una obra de teatro. Les parecerá un proceso complejo y nada corto de realizar y/o comprender, pero más bola imposible, porque, para quien escribe las presentes líneas retrospectivas, desarrollar aquello resultaba mucho, muchísimo más fácil que robar libros de la feria del libro allá en la esquina de Martel inside Mariscal López Shopping, cosa que en particular no me da el cuero porque si de mi voluntad y mi alcance dependiesen, me apoderaría de todos los libros existentes y extraviados acá donde vivimos y en vaya a saber dónde más.
viernes, 24 de mayo de 2013
Poema: Carta de amor a Helena Garro. Autor: Adolfo Bioy Casares.
Mi querida, aquí estoy recorriendo desorientado las
tristes galerías del barco y no volví a Víctor Hugo. Sin embargo, te
quiero más que a nadie... Desconsolado canto, fuera de tono, Juan
Charrasqueado (pensando que no merezco esa letra, que no soy buen gallo,
ni siquiera parrandero y jugador) y visito de vez en vez tu fotografía y
tu firma en el pasaporte. Extraño las tardes de Víctor Hugo, el té de
las seis y con adoración a Helena. Has poblado tanto mi vida en estos
tiempos que si cierro los ojos y no pienso en nada aparecen tu imagen y
tu voz. Ayer, cuando me dormía, así te vi y te oí de pronto: desperté
sobresaltado y quedé muy acongojado, pensando en ti con mucha ternura y
también en mí y en cómo vamos perdiendo todo. Te digo esto y en seguida
me asusto: en los últimos días estuviste no solamente muy tierna conmigo
sino también benévola e indulgente, pero no debo irritarte con
melancolía; de todos modos cuando abra el sobre de tu carta (espero, por
favor que me escribas) temblaré un poco. Ojalá que no me escribas
diciéndome que todo se acabó y que es inútil seguir la
correspondencia... Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que
nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos
cuando estamos juntos... recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos
queremos. Y si a veces me pongo un poco sentimental, no te enojes
demasiado... Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte
cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir
por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te
admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me
emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me
deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te
beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades.
Poema: Héroes y tumbas. Autor: Ernesto Sábato
Tal vez a nuestra
muerte el alma emigre:
a una hormiga,
a un árbol,
a un tigre
de bengala;
mientras nuestro cuerpo se disgrega
entre gusanos
y
se filtra en la tierra sin memoria,
para ascender luego por los
tallos y las hojas,
y convertirse en heliotropo o yuyo,
y después
en alimento del ganado,
y así en sangre anónima y zoológica,
en
esqueleto,
en excremento.
Tal vez le toque un destino más
horrendo
en el cuerpo de un niño
que un día hará poemas o novelas,
y
que en sus oscuras angustias
(sin saberlo)
purgará sus antiguos
pecados de guerrero o criminal,
o revivirá pavores,
el temor de
una gacela,
la asquerosa fealdad de comadreja,
su turbia condición
de feto, cíclope o lagarto,
su fama de prostituta o pitonisa,
sus
remotas soledades,
sus olvidadas cobardías y traiciones.
Poema: A un gato. Autor: Jorge Luis Borges.
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
Poema: Los amigos. Autor: Julio Cortázar
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.
Papá, 1947
Se llamaba Celso y le apellidaron Frete Fernández pero sigue presente de alguna u otra manera.
Papá nació en 1947. Nunca supo dónde y cuándo ubicar con exactitud su nacimiento pero sí sabía que no era Asunción sino la campaña como su lugar de nacimiento. Su cumpleaños festejaba dos veces en el año.
Primero durante cualquier día del mes de Enero, porque parece que en realidad nació en Enero de 1947, en alguna fecha perdida en el tiempo-espacio de esta dimensión. Y segundo, el 18 de Agosto, siete días después de mi cumpleaños, porque esa data así figuraba en su documento de identidad.
No sé qué significaba la misma pero la idea primigenia es que ese día le fue puesto por sus padres adoptivos. Tenía un montón de hermanos con él y su madre Valentina, de apellido desconocido, viviendo en el interior. Del padre sólo se tiene conocimiento de su envoltura dentro de versiones míticas y contradictorias.
Mi abuela paterna Valentina, siendo él chico, falleció. Entonces ahí entre todos los hermanos decidieron emprender marcha hacia Asunción todos juntos para después cada uno ir por su lado si así lo consideraran o no, en busca del Paraguayan Way of Life ja'enachupe. Poco o nada hay de memorial respecto al pasado familiar de mi progenitor. No sabemos en qué momento se dio el previamente mentado capítulo negro en su vida y en la de sus hermanos y hermanas. No habrá sido macana apechugarlo.
Tampoco nadie sabe cuáles fueron sus apellidos verdaderos tanto de padre como de madre y el de sus fraternos. Actualmente, le sobrevive uno sólo en Clorinda, donde reside con su familia de manera honrada, honesta y humilde, hace rato no viene a visitarnos y viceversa. Es el gemelo de mi padre, según dicen, físicamente hablando. Conductualmente vaya y pase, entre parientes nos perdonamos todo, digamos. Vive de su negocio dedicado a la venta de flores y plantas en la entrada de dicha ciudad argentina fronteriza con Paraguay.
Todos sus demás hermanos y hermanas han muerto, quedan sus descendientes, quienes, como reza la canción de Alejandro Sanz, no es lo mismo. Ya no. No son lo mismo. Mi padre sufrió pero supo sobrellevar la ausencia paterna y el deceso materno, por tanto, disfrutar al máximo de su vida por completo fue la clave del éxito en su existencia, así también por supuesto lo es en mucha gente, pese a todos los efectos colaterales de las adversidades. Y una de sus enseñanzas que me dejó fue esa justamente, lo peor que le puede pasar a uno es dejarse estar consigo mismo. Conste que papá no era de esos progenitores que dejaban frases célebres a sus crías. La reinvención humana es un imperativo universal. Seguimos más tarde.
Papá nació en 1947. Nunca supo dónde y cuándo ubicar con exactitud su nacimiento pero sí sabía que no era Asunción sino la campaña como su lugar de nacimiento. Su cumpleaños festejaba dos veces en el año.
Primero durante cualquier día del mes de Enero, porque parece que en realidad nació en Enero de 1947, en alguna fecha perdida en el tiempo-espacio de esta dimensión. Y segundo, el 18 de Agosto, siete días después de mi cumpleaños, porque esa data así figuraba en su documento de identidad.
No sé qué significaba la misma pero la idea primigenia es que ese día le fue puesto por sus padres adoptivos. Tenía un montón de hermanos con él y su madre Valentina, de apellido desconocido, viviendo en el interior. Del padre sólo se tiene conocimiento de su envoltura dentro de versiones míticas y contradictorias.
Mi abuela paterna Valentina, siendo él chico, falleció. Entonces ahí entre todos los hermanos decidieron emprender marcha hacia Asunción todos juntos para después cada uno ir por su lado si así lo consideraran o no, en busca del Paraguayan Way of Life ja'enachupe. Poco o nada hay de memorial respecto al pasado familiar de mi progenitor. No sabemos en qué momento se dio el previamente mentado capítulo negro en su vida y en la de sus hermanos y hermanas. No habrá sido macana apechugarlo.
Tampoco nadie sabe cuáles fueron sus apellidos verdaderos tanto de padre como de madre y el de sus fraternos. Actualmente, le sobrevive uno sólo en Clorinda, donde reside con su familia de manera honrada, honesta y humilde, hace rato no viene a visitarnos y viceversa. Es el gemelo de mi padre, según dicen, físicamente hablando. Conductualmente vaya y pase, entre parientes nos perdonamos todo, digamos. Vive de su negocio dedicado a la venta de flores y plantas en la entrada de dicha ciudad argentina fronteriza con Paraguay.
Todos sus demás hermanos y hermanas han muerto, quedan sus descendientes, quienes, como reza la canción de Alejandro Sanz, no es lo mismo. Ya no. No son lo mismo. Mi padre sufrió pero supo sobrellevar la ausencia paterna y el deceso materno, por tanto, disfrutar al máximo de su vida por completo fue la clave del éxito en su existencia, así también por supuesto lo es en mucha gente, pese a todos los efectos colaterales de las adversidades. Y una de sus enseñanzas que me dejó fue esa justamente, lo peor que le puede pasar a uno es dejarse estar consigo mismo. Conste que papá no era de esos progenitores que dejaban frases célebres a sus crías. La reinvención humana es un imperativo universal. Seguimos más tarde.
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