Se murió sin pagar por sus delitos como secretario privado de Stroessner durante 35 años.
No tengo la más pálida idea de cuánto le habrá durado ese chiste malísimo, pero apena que la vejez, la enfermedad, el aichinjáranga, la complicidad complaciente de muchísimos, el olvido y la impunidad lo hayan salvado de la justicia. Mientras tanto, los desaparecidos y las víctimas supervivientes, bien gracias.
No se fue como debía: tras las rejas. Sus chistes constituirán siempre una tortura psicológica para quienes en vida de él lo padecieron desde las mazmorras del stronato. Ni siquiera se arrepintió.
A su hijo Marito le pasa por el traste todo el pasado, total, quién le quita lo bailado. Si pide o no disculpas o perdón en nombre de su progenitor, será insuficiente. Lo ideal sería que devuelva toda apropiación ilícita llevada a cabo por Mario Senior, junto a toda su parentela, ya sea cercana o lejana. Un último recurso de amparo sobrante es otorgar credencial a la existencia de una justicia divina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario