Evito en lo posible comer ñoquis o aplicar la tradición de cada 29 porque, no sé si es común que ocurra esta reacción pero... a mí me hace doler la barriga, tirar pedos y después defecar fuera de lo normal quedando con un dolor de culo por suerte pasable.
No me pondré a explicar en qué consiste la costumbre del ñoqui porque, en primer lugar, me agarró un kaiguetismo caprichoso -espero que se me raje pronto pues genera antipatía total- y en segundo lugar, para eso está Google and company. De Italia para el mundo (aunque con énfasis en Sudamérica) es algo que no está obligado a saberse por supuesto y al mismo tiempo cada quien considerará conceder a la temática en cuestión su propia importancia o no.
Todos los días se aprende y se enseña algo nuevo.
El problema se encuentra cuando uno se encierra en un termo. Y al menos las boludeces monótonas se tendrían que conocer para impedir pelada y/o esquivar la ignorancia. Un mínimo de cultura.
Y bien: ¿Yo quién soy para recomendar? ¡Nadie! Lo máximo que aquí desarrollo es compartir una experiencia particular cuyo mensaje subliminal depende del cristal con el cual se lo mire pero siempre termina inequívoco como una conclusión que conduce a la palabra ADVERTENCIA. Inevitable rompecabezas mental.
Los fideos a la manteca le ganan de acá a la última dimensión desconocida a un plato de ñoquis y al resto. Guste a unos cuantos y disguste a otros tantos, ojalá algún día alcance para todos por igual algo más que comer platos de ñoquis. Nobleza obliga dar de comer a quien se muere de hambre, fuere la persona que fuere, pues el karma espera a la vuelta de la esquina. De ahí a erradicar la pobreza dudo, no obstante hasta donde puedo colaboro y mi modo de ver con relación a la hambruna es diferente. Continúa viva la quimera en mi interior de que la hambruna sí es erradicable y cuando sea eliminada quedará nada más como un concepto del diccionario, acompañado por su respectiva significación. Mientras, cierta gente dirá que le resulta ello de implicar al dinero junto con el ñoqui de los 29 y otra gente ni en broma se asomará a tal práctica típica. El poder malhabido imagino que prescinde de los ñoquis del 29 y golea a su favor el mantener la ignorancia popular. A pesar de eso, hoy en día de la nada hay cada sorpresa y no me extrañaría que no lo prescindan del todo, a manera de tekoreisismo. El día que el sueldo mínimo corresponda a la dignidad humana tampoco se dejaría de lado ese y cualquier otro ritual arraigado en las profundidades sociales. Forma parte de la vida y no va a ausentarse aquel quien, disconforme con lo que ya posee, querrá más. Más... y más. No habría necesidad de abusar de lo que uno usa como característica disfrazada de apoyo. Partiendo de dicha premisa, únicamente se ensuciará una de las incontables identidades de antaño, las cuales no se restringen a lo específico y recepcionan, digamos, bien, en el colectivo mayoritario. Bueno, basta. Que las flatulencias tornen por sí solas sin haber ingestado ñoqui o ñoquis desde no sé hace cuánto sino por el presente escrito, es un cierre bizarro a una de mis no tan buenas referencias de comidas.
Autor: José Pablo Frete Yódice
* Prohibido plagiar
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