Editorial del Lunes
13 de Agosto de 2012
Han terminado los Juegos Olímpicos de Verano de Londres de
manera “feliz y gloriosa”, a decir del belga Jacques Rogge, presidente del
Comité Olímpico Internacional cuyo mandato fenece en 2013, siendo estas sus
últimas olimpiadas.
No fue para nada fácil la organización y no lo es ni lo será
para cualquier otra ciudad, porque ello implica a todo un país.
La capital inglesa fue anfitriona por tercera vez, tras los
juegos postvictorianos de 1908 y los de postguerra mundial de 1948. La mayor
inversión se dio con el Estadio Olímpico de Stratford, el cual ahora pasará a
manos del West Ham United como cancha oficial.
Este recinto deportivo no es más grande que el Nuevo
Wembley, pero logró ganarse un lugar en el corazón de los británicos y del
resto del mundo, relegando a la
Catedral del Fútbol en segundo lugar al menos durante las
justas olímpicas. Londres, para la ocasión, no ostentaba un estadio olímpico
previamente. La concreción exitosa del mismo evitó que fuera demolido, como se
dio, en el caso estadounidense, con el estadio de Atlanta 96’.
Hubo capítulos aislados de violencia e inseguridad de los
que la prensa no realizó gran cosa respecto a coberturas. Como cada cuatro
años, todos los atletas sin distinción hicieron todo lo posible e imposible por
destacarse. Están los principales, aunque de mi parte sería injusto en el
presente tópico mencionarlos a ellos que forman parte de unos pocos para a la
par olvidar a los demás.
Reitero, creo que todos y todas se esforzaron.
Pese a quedarnos maravillados con las ceremonias de
inauguración y de clausura en las que íntegramente el Reino Unido nos reflejó
cómo era y cómo es, no fueron las mejores olimpiadas de la historia para mí.
Empero sí de la década actual del 2010. De Río 2016 no espero demasiado, pues
me es predecible con el adelanto desarrollado en la clausura londinense,
también predecible. No creo en absoluto que los cariocas superen mis
expectativas. Más aún a sabiendas de lo que conocemos en Brasil como frontera
de Paraguay, siempre nos mantenemos bastante familiarizados.
Ahora bien, en cuanto a los mejores Juegos Olímpicos de la
historia creo que nunca me pondré de acuerdo entre Barcelona y Atlanta. No
recuerdo nada de lo que vi con dos años de edad, pero de seguro habré visto. Sí
tengo una foto con una remera oficial –ya extraviada hoy en día- de Barcelona 92’. De Atlanta recuerdo, pero
poco, cuando eso contando con seis años. Para el difunto Samaranch, lógicamente
los de Barcelona eran los mejores y las grandes mayorías lo avalaron. La misión
de Londres 2012, según el lema, era la de inspirar a una generación, asunto
cumplido por anteriores ediciones como las que ya cité. ¿Inspiraron realmente?
Y si inspiraron, ¿qué inspiraron?
Inspiraron una realidad dual y persistente: Por una parte,
la lealtad que profesa un gran porcentaje de ciudadanos hacia la monarquía… y
por la otra, que el Reino de Gran Bretaña no es tan unido como nos trató de pintar
el merchandising de este certamen olímpico. Me refiero específicamente al
problema de que algunos galeses, irlandeses del norte y escoceses no canten God
Save The Queen. Tarde o temprano, tanto Downing Street como el Buckingham
Palace deberán dar un paso al costado, ser irremediables y comprender que la
verdadera nacionalidad se siente y permanece en Inglaterra. No en las colonias
con migajas de autonomía otorgadas y sometidas a sangre y fuego en alguna etapa
de sus existencias. La independencia es casi un hecho próximo y un derecho.
Autor: José Pablo Frete Yódice, 13 de Agosto de 2012
* Prohibido plagiar
Autor: José Pablo Frete Yódice, 13 de Agosto de 2012
* Prohibido plagiar
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