sábado, 25 de mayo de 2013

Actor, libretista y alguna vez director

En Diciembre de 1990, poco antes de la Navidad, mi madre me llevó al viejo Hospital de Clínicas, contando apenas con 4 meses de vida, para encarnar al niño Jesús en un pesebre viviente a beneficio de la capilla y del hospital, al unísono.
Si no fuera por mamá, en la puta vida me hubiera enterado porque papá en vida no me lo contó.
Tal vez no lo supo o se habrá olvidado. En fin. Qué más da. Por sentido común no recuerdo esa experiencia aunque me imagino que aparte de 'chulina' habrá sido algo histórico en lo personal, en lo familiar y en lo vivencial para mi alrededor. Era algo primerizo como para empezar a anotar en mi currículum como ser humano. La primera actividad de tantas que vinieron después para mí: ser un bebé actor de teatro.
Tuvieron que pasar 11 años para que vuelva el teatro a interesarme, esta vez voluntariamente y a sabiendas, of course. En 2001, me había mudado de escuela. Pasé a una institución educativa cristiana menonita y uno de sus escasísimos aportes significativos para el bien mío fue que tenía clases de teatro y no solamente volví a actuar hasta 2004, último año en el cual estuve ahí por suerte, sino que comencé a escribir mis primeras obras de teatro de un modo que consideré vistoso y original.
Como hace rato no escribo temática ligada a las tablas, hablaré mante en tiempo pasado. A la hora de escribir una obra teatral, no me basaba en experiencias personales, sino que me dejaba llevar por la imaginación. Siempre perseguí la originalidad en el contenido de mis escritos para que ella luego me persiga y así en un jueguito de "dame que te doy". Empezaba con lo que sabía: la ensayística. La trama y los personajes los hacía a manera de ensayo, describiéndolos, analizándolos. Como un crítico bipolar tendiente al titiritero perverso sin caer en la contradicción, por lo perfeccionista que es o trata por lo menos.
Después toda esta cuestión de la intro, el nudo y desenlace pasaban al rango de monólogo, luego a la categoría de poemas, a posteriori adquirían tono de cuento mezclado con cine y filosofía para terminar convirtiéndose en el objetivo real, la forma adecuada desde la intención: una obra de teatro. Les parecerá un proceso complejo y nada corto de realizar y/o comprender, pero más bola imposible, porque, para quien escribe las presentes líneas retrospectivas, desarrollar aquello resultaba mucho, muchísimo más fácil que robar libros de la feria del libro allá en la esquina de Martel inside Mariscal López Shopping, cosa que en particular no me da el cuero porque si de mi voluntad y mi alcance dependiesen, me apoderaría de todos los libros existentes y extraviados acá donde vivimos y en vaya a saber dónde más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario