Hace casi 48 horas, a la edad de 84 años, se produjo en el Hospital Central del Instituto de Previsión Social el óbito de LA SIRENA DEL RÍO PARAGUAY.
Hija ilustre de la República del Paraguay, de tantos deportes, de tantos clubes, pero principalmente de la natación y del Club Deportivo de Puerto Sajonia. También hija de la historia del mundo, ahora transformóse en hija de la inmortalidad.
Esta compatriota tenía 28 años en 1957 cuando un 22 de Marzo a las 8 de la mañana partió de Concepción hasta llegar a Itá Enramada siendo las 4 y media de la tarde del día 25, o sea tres días después. Recorrió 318 kilómetros a nado en 80 horas y 45 minutos, imponiendo un récord mundial insuperable hasta la actualidad. Aquella fue su mayor hazaña sin secuela posterior alguna, la mejor de otras en las cuales igualmente se destacó, mas resultó más afamada por batir un récord cuya ostentación era mantenida con anterioridad por una alemana que sin embargo falleció después de consumar el palmarés. Para la consagración plusmarquista su entrenador fue el santafesino Héctor Segades, difunto a los 78 años en 2008.
Doña Digna descendía mediante vía paterna del ex presidente colorado Juan Antonio Escurra, quien gobernó de 1902 a 1904. Al principio, como era de esperarse, agradó a Bigote Nylon y su troupé. Pese a la gloria saboreada, el desprecio por orden superior no tardó de aparecer. Su marido, el capitán Hilario Ortellado, fue implicado en el Caso Napoleón Ortigoza desde arriba y la mano negra del régimen separó a un amor por la fuerza, exiliando al capitán y matando en vida con sus hijos a la campeona paraguaya, que gracias a quienes no conocieron la ingratitud en sus vidas y en la de ella le dieron una mano salvadora para reponerse tiempo más tarde.
Hubo una indeterminada gentuza que llegó a robarle varias de sus múltiples condecoraciones.
He leído algún que otro comentario por allí en donde se acordaban de su severidad como maestra. Hoy 30 de Abril es el Día del Maestro y de la Maestra en nuestro país. Desgraciada y personalmente no la conocí, desconozco qué tan severa haya sido con su alumnado, lo cierto y concreto es que se le comprende en cierta forma el modo en el que demostrase comportamientos como ese. No lo digo justificando su celebridad e importancia, sino a sabiendas de tantos sufrimientos que la vapulearon en su momento. Existe un instante en la vida donde o agotamos la paciencia o ella se nos agota porque sí. A todos nos acontece o nos aconteció aunque sea un ratín. Pese a las adversidades, se le homenajeó en vida durante ocasiones bárbaras y como tenía que ser. Su deceso, de afortunado lo único que poseyó fue que no murió lejos de su terruño y no murió como una no-profeta en su tierra, cosa que a cuántos personajes ya les ocurrió ¡ufff!... Me resta culminar mi tributo fraseando cuanto sigue: Eternas gracias a la reina de nuestros ríos, siempre.
Autor: José Pablo Frete Yódice
* Prohibido plagiar
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